Sábado 21º semana Tiempo Ordinario 1ª de salterio

San Román.

Primera lectura: 1 Corintios 1, 26-31

Lo débil lo ha escogido Dios.
 


Salmo: 32, 12-13, 18-19. 20-21

R/. Dichoso el pueblo que el Señor
escogió como heredad suya.

 


Evangelio: Mateo 25, 14-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parabola:
—Un hombre, al irse de viaje, reunió a sus criados y les confió la administración de sus negocios. A cada cual, de acuerdo con su capacidad, le confió una cantidad de dinero: a uno le entregó cinco talentos; a otro, dos; y a otro, uno. Luego emprendió su viaje.
El que había recibido cinco talentos negoció con su capital y lo duplicó. El que había recibido dos talentos hizo lo mismo, y también duplicó su capital.
En cambio, el que solamente había recibido un talento, tomó el dinero del amo, hizo un hoyo en el suelo y lo enterró.
Al cabo de mucho tiempo regresó el amo y se puso a hacer cuentas con sus criados.
Llegó el que había recibido los cinco talentos y, presentándole otros cinco, le dijo:
«Señor, tú me entregaste cinco talentos; mira, he logrado duplicarlos».
El amo le contestó:
«Está muy bien. Has sido un administrador honrado y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al frente de mucho más. Entra y participa en mi propia alegría».
Llegó después el que había recibido dos talentos, y dijo:
«Señor, tú me entregaste dos talentos; mira, he logrado duplicarlos».

El amo le dijo:
«Está muy bien. Has sido un administrador honrado y fiel. Y como has sido fiel en lo poco, yo te pondré al frente de mucho más. Entra y participa en mi propia alegría».
Por último, llegó el que solamente había recibido un talento, y dijo:
«Señor, yo sabía que eres un hombre duro, que pretendes cosechar donde no sembraste y recoger donde no esparciste. Tuve miedo y escondí tu dinero bajo tierra. Aquí lo tienes».
El amo le contestó:
«Administrador malo y holgazán: si sabías que yo cosecho donde no he sembrado y recojo donde no he esparcido, ¿por qué no llevaste mi
dinero al banco? Así, a mi regreso, yo habría recibido el capital más los intereses. ¡Quítenle, pues, la parte que le confié y entrégensela al
que tiene diez partes! Porque a todo el que tiene, aún se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo que tenga se le quitará. Y a este criado inútil arrójenlo fuera, a la oscuridad. Allí llorará y le rechinarán los dientes».

 


Reflexión:

s Dios un amo interesado y ambicioso? No; ha hecho una inversión gratuita e inmerecida, a fondo perdido, en favor nuestro en su Hijo. Pero “el amor de Dios nos urge” (2 Cor 5,14). La parábola es, por una parte, garantía de que Dios no se deja ganar en generosidad; y por otra, advierte de que el hombre no está desprovisto de responsabilidad. Dios se ha puesto en nuestras manos y ha puesto en nuestras manos su proyecto: podemos enterrarlo o rentabilizarlo. Y esto tiene sus consecuencias. El mensaje es claro: hay que trabajar generosamente en la misión que se nos ha confiado, sabiendo “que es Dios quien hizo crecer…; si bien cada uno recibirá el salario según su propio trabajo, ya que somos colaboradores de Dios” (1 Cor 3,6.8-9). “Mira, pronto vendré y traeré mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo” (Ap 22,12).
 


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