26º Domingo Ordinario 2º de salterio

Santos Miguel, Gabriel, Rafael.

Primera lectura: Números 11, 25-29

Lectura del libro de los Números
En aquellos días, el Señor bajó en la nube, habló con Moisés y, apartando algo del espíritu que poseía, se lo infundió a los setenta ancianos. Y cuando el espíritu entró en ellos, se pusieron a hablar como profetas, cosa que no volvió a repetirse.
Dos hombres, uno llamado Eldad y el otro Medad, que habían permanecido en el campamento, se vieron también invadidos por el espíritu; estaban entre los elegidos, pero no habían acudido a la Tienda, a pesar de lo cual comenzaron a hablar como profetas en el campamento. Un joven corrió y dio aviso a Moisés, diciendo:
—Eldad y Medad están actuando como profetas en el campamento.
Entonces Josué, hijo de Nun y ayudante de Moisés desde su juventud, intervino diciendo:
—Señor mío Moisés, ¡detenlos!
Pero Moisés le respondió:
—¿Estás celoso por mí? Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y el Señor les infundiera su espíritu.

 


Salmo: 18, 8. 10. 12-13. 14

R/. Los decretos del Señor son rectos,
alegran el corazón.
La ley del Señor es perfecta,
reconforta al ser humano;
el mandato del Señor es firme,
al sencillo lo hace sabio. R/.
Venerar al Señor comunica santidad,
es algo que permanece para siempre;
los juicios del Señor son verdad,
todos ellos son justos. R/.
Tu siervo está atento a ellos;
grande es el premio si se respetan.

Pero, ¿quién conoce sus propios errores?
Perdóname los que ignoro. R/.
Libra a tu siervo de la arrogancia,
¡que no me domine!
Y entonces seré íntegro,
inocente de un gran pecado. R/

 


Segunda lectura: Santiago 5, 1-6

Lectura de la carta del apóstol Santiago
Ustedes, los ricos, lloren y giman a la vista de las calamidades que se les van a echar encima.
Su riqueza está podrida; sus vestidos están apolillados. Hasta su oro y su plata están siendo presa de la herrumbre, que testimoniará contra ustedes y devorará sus cuerpos como fuego. ¿Para qué amontonan riquezas ahora que el tiempo se acaba? Miren, el salario defraudado a los jornaleros que cosecharon los campos que les pertenecen a ustedes está clamando, y sus clamores han llegado a los oídos del Señor del universo.
Ustedes han vivido con lujo en la tierra, entregados al placer; con ello se han engordado para el día de la matanza. Han condenado y asesinado al inocente que ya no les opone resistencia.

 


Evangelio: Marcos 9, 38-43. 45. 47-48

En aquel tiempo, dijo Juan a Jesús:
—Maestro, hemos visto a uno que estaba expulsando demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no es de los nuestros.
Jesús contestó:
—No se lo prohíban, porque nadie puede hacer milagros en mi nombre y al mismo tiempo hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a nuestro favor. Y el que les dé a ustedes a beber un vaso de agua porque son del Mesías, les aseguro que no quedará sin recompensa.

A quien sea causa de pecado para uno de estos pequeños que creen en mí, más le valdría que lo arrojaran al mar con una piedra de molino atada al cuello. Si tu mano va a ser causa de que caigas en pecado, córtatela. Porque más te vale entrar manco en la vida eterna que con tus dos manos ir a parar a la gehena, al fuego que nunca se apaga.
Y, si tu pie va a ser causa de que caigas en pecado, córtatelo. Porque más te vale entrar cojo en la vida eterna que con tus dos pies ser arrojado a la gehena,
Y, si tu ojo va a ser causa de que caigas en pecado, arrójalo lejos de ti. Porque más te vale entrar tuerto en el reino de Dios que con tus dos ojos ser arrojado a la gehena, donde el gusano que los roe no muere y el fuego no se extingue.

 


Reflexión:

Como Josué (Núm 11,28), los discípulos sienten celos de un bien no protagonizado por ellos; Jesús, como Moisés (Núm 11, 29) invita a la apertura de espíritu para reconocerlo y acogerlo sin actitudes sectarias. El bien solo tiene un origen: el Sumo bien. No hay que temer al bien hecho en nombre de Jesús; sí, a usar en vano su nombre Y si no ha de obstaculizarse el camino a “los que no son de los nuestros”, cuanto menos a los que lo son (“los pequeños que creen en mí”). Pablo reiterará este criterio (Rom 14; 15, 1-2; 1 Cor 8, 7-13). El rigor ha de reservarse para uno mismo. Con expresiones tan radicales no se está haciendo una llamada a la mutilación física, sino a jerarquizar la vida según las prioridades de la fe, que no es compatible con cualquier actitud. Los mejores manuscritos suprimen los vv 44 y 46 (Vulg.), simples repeticiones del v. 48.
 


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