Sábado 16º semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

Beato Tito Brandsma, Beata M.M. Martinengo.

Primera lectura: Jeremías 7, 1-11

¿Creéis que es una cueva de bandidos el templo dedicado a mi nombre?.
 


Salmo: 83, 3. 4. 5-6a. y 8a. 11

R/. ¡Qué gratas son tus moradas,
Señor de los ejércitos!.

 


Evangelio: Mateo 13, 24-30

En aquel tiempo, Jesús contó otra parábola a la gente:
—El reino de los cielos puede compararse a un hombre que había sembrado buena semilla en su campo. Pero mientras todos dormían, llegó su enemigo, sembró cizaña entre el trigo y se marchó. Cuando el trigo germinó y se formó la espiga, apareció también la cizaña. Los criados se dirigieron entonces al amo del campo y le dijeron: «Señor, ¿cómo es que hay cizaña en el campo, si la semilla que sembraste era buena?».
El amo les contestó:
«Alguien que no me quiere bien ha hecho esto».
Los criados le propusieron:
«Si te parece, iremos a arrancar la cizaña».
Pero él les dijo:
«No lo hagan ahora, no sea que, por arrancar la cizaña, arranquen también el trigo. Déjenlos crecer juntos hasta el tiempo de la siega. Entonces encargaré a los segadores que corten primero la cizaña y la aten en manojos para quemarla, y que luego guarden el trigo en mi granero».

 


Reflexión:

La parábola de la cizaña nos enseña que Dios solo siembra buena semilla, pero que no es el único sembrador. Hay sembradores de ci zaña. Frente a la impaciencia humana, Dios es paciente y de muchamisericordia. Su paciencia es nuestra salvación. “Dios usa de paciencia con vosotros, no queriendo que algunos perezcan, sino que todos lleguen a la conversión…la paciencia de Dios juzgadla como salvación” (2 Pe 3, 9. 15). La paciencia de Dios nos inquieta, y, sin embargo, todos estamos necesitados de ella. Muchas veces en el período de crecimiento de las cosas no se perciben las diferencias, de ahí la necesidad de un discernimiento permanente y paciente. La Carta de Santiago también invita a la paciencia (Sant 5,7-8). No hay que apresurarse a “limpiar” el campo ajeno; hay que comenzar por el propio. Además, nadie es totalmente trigo limpio ni cizaña dañina.
 


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