Miércoles 29º Semana Ordinario 1ª de salterio

San Juan de Capistrano

Primera lectura: Efesios 3, 2-12

El misterio de Cristo ha sido revelado ahora: también los gentiles son coherederos de la misma promesa.
 


Salmo: Isaías 12, 2-3. 4bcd. 5-6

R/. Sacarán agua gozosos
del manantial de la salvación.

 


Evangelio: Lucas 12, 39-48

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Piensen que si el amo de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, impediría que le perforaran la casa.
Pues también ustedes estén preparados, porque cuando menos lo piensen vendrá el Hijo del hombre.

Pedro le preguntó:
—Señor, esta parábola, ¿se refiere solamente a nosotros o a todos?
El Señor le contestó:
—Pórtense ustedes como el administrador fiel e inteligente a quien su amo pone al frente de la servidumbre para que a su hora les tenga
dispuesta la correspondiente ración de comida.
¡Feliz aquel criado a quien su amo, al llegar, encuentre cumpliendo con su deber! Les aseguro que le confiará el cuidado de toda su hacienda.
Pero si ese criado piensa para sí: «Mi señor se retrasa en llegar» y comienza a maltratar a los demás criados y criadas y a comer y beber hasta emborracharse, un día, cuando menos lo espere, llegará su señor. Entonces lo castigará severamente dándole un lugar entre los que son sorprendidos en infidelidad.
El criado que sabe lo que su amo quiere, pero no se prepara para hacerlo, será castigado con severidad. En cambio, el criado que, ignorando lo que quiere su amo, hace algo merecedor de castigo, será castigado con menos severidad.

Al que mucho se le ha dado, mucho le será exigido; al que mucho se le confía, mucho más se le pedirá.
 


Reflexión:

Jesús invita a la vigilancia. Hay que vivir responsablemente en la esperanza. No somos dueños sino servidores. La pregunta de Pedro  -”¿Dices esto por nosotros o por todos?” - puede tener actualidad hoy para nosotros, porque existe el riesgo de no sentirnos aludidos, de pensar que esto es para los demás. No; la invitación a la vigilancia es para todos, y especialmente para aquellos que tienen la misión de servir el Evangelio. Pues “al que mucho se le dio, mucho se le exigirá; al que mucho se le confió, más se le exigirá”. Por eso la diligencia y la humildad deben ser las actitudes de los servidores a quienes el Señor ha confiado la gracia del ministerio. Pero esto no está limitado solo a ellos; es una invitación a todos los cristianos. ¡Y todos hemos sido muy agraciados! Dios es generoso y gratuito, pero desde ahí, exigente


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