Sábado 31º Semana Ordinario 3ª de salterio

Virgen de la Almudena.

Primera lectura: Ezequiel 47, 1-2. 8-9. 12

Vi agua que manaba del templo, y habrá vida allí donde llegue el torrente.
 


Salmo: 45, 2-3. 5-6. 8-9

R/. La corriente de un río alegra la ciudad de Dios, la más santa morada del Altísimo.
 


Evangelio: Juan 2, 13-22

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El
celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré». Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo,
¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.

 


Reflexión:

El Evangelio habla de la purificación del Templo y de la alternativa que presenta Jesús, el nuevo Templo. Es una llamada profética a la Igle sia para ser visibilización de ese nuevo templo, donde se dé culto aDios en espíritu y verdad, y a cada uno para ser piedras vivas en la construcción del mismo. Y nos advierte del peligro de convertir en “mercado” la casa de Dios. La Iglesia está llamada a ser espacio familiar viviente, no objeto de museo. Su fuerza y la maravillosidad de la Iglesia no residen en el arte ni en la ostentación sino en la caridad y en la humildad. ¿Es la Iglesia casa de oración? ¿Somos nosotros piedras vivas? ¿Ofrecemos sacrificios rituales o presentamos nuestras vidas como ofrendas agradables a Dios. No todo sirve. Y no olvidarlo: el respeto al templo de Dios pasa por el respeto al hombre, también templo suyo.
 


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