Sábado 5ª Semana de Cuaresma

Santo Toribio de Mogrovejo

Primera lectura: Ezequiel 37, 21-28

Los haré una sola nación.
 


Salmo: Jr 31, 10. 11-12ab. 13

R/. El Señor nos guardará como un pastor a su rebaño.
 


Evangelio: Juan 11, 45-57

En aquel tiempo, al ver lo que había hecho Jesús, muchos de los judíos que habían ido a visitar a María creyeron en él. Otros, sin embargo, fueron a contar a los fariseos lo que Jesús acababa de hacer.
Entonces, los jefes de los sacerdotes y los fariseos convocaron una reunión urgente del Consejo Supremo donde acordaron:
—Es necesario tomar alguna medida ya que este hombre está haciendo muchas cosas sorprendentes. Si dejamos que continúe así, todo el mundo va a creer en él, con lo que las autoridades romanas tendrán que intervenir y destruirán nuestro Templo y nuestra nación.
Uno de ellos llamado Caifás, que era el sumo sacerdote aquel año, se explicó así:
—Si ustedes fueran perspicaces, se darían cuenta de que es preferible que muera un solo hombre por el pueblo a que toda la nación sea
destruida. En realidad, Caifás no hizo esta propuesta por su propia cuenta, sino que, por ocupar el cargo de sumo sacerdote aquel año, anunció en
nombre de Dios que Jesús iba a morir por la nación. Y no solamente por la nación judía, sino para conseguir la unión de todos los hijos de Dios que se hallaban dispersos.
A partir de aquel momento, tomaron el acuerdo de dar muerte a Jesús. Por este motivo, Jesús dejó de andar públicamente entre los
judíos. Abandonó la región de Judea y se encaminó a un pueblo llamado Efraín, cercano al desierto. Allí se quedó con sus discípulos
durante algún tiempo.
Estaba próxima la fiesta judía de la Pascua. Ya antes de la fiesta era mucha la gente que subía a Jerusalén desde las distintas regiones

del país para cumplir los ritos de la purificación. Como buscaban a Jesús, se preguntaban unos a otros al encontrarse en el Templo:
—¿Qué les parece? ¿Vendrá o no vendrá a la fiesta?
Los jefes de los sacerdotes y los fariseos habían dado órdenes terminantes de que, si alguien sabía dónde se encontraba Jesús, les
informara para apresarlo.

 


Reflexión:

La resurrección de Lázaro despierta las alarmas del judaísmo oficial. Jesús puede ser un peligro real para el pueblo y sus instituciones. Hay que eliminarlo. Caifás pronuncia unas palabras significativas (Jn 11,48-50). Una paradoja, la de liberar al pueblo de quien ha venido a liberarlo aunque, sin pretenderlo, reconoce, que la muerte de Jesús será redentora, salvadora, liberadora. En la víspera de la Semana Santa la liturgia de este día nos desvela el sentido profundo de los misterios que vamos a celebrar. Nos invita a abandonar actitudes superficiales y entrar en estos días conscientes de que esto no fue porque sí, sino por nuestro
amor; a sentirnos directamente implicados en la Pasión de Cristo y a renovar nuestra pasión por Cristo. Los judíos consideraban los esquemas
de Jesús incompatibles con los suyos. ¿Y nosotros? ¿No queremos compatibilizarlos con nuestros “esquemas”, haciéndole cómplice y legitimador de actitudes y comportamientos no cristianos?.

 


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