Viernes 5ª Semana de Cuaresma
San Bienvenido
Primera lectura: Jeremías 20, 10-13
El Señor es mi fuerte defensor.
Salmo: 17, 2-3a. 3bc-4. 5-6. 7
R/. En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó.
Evangelio: Juan 10, 31-42
En aquel tiempo, intentaron otra vez los judíos apedrear a Jesús.
Pero él les dijo:
—Muchas obras buenas he hecho ante ustedes en virtud del poder de mi Padre; ¿por cuál de ellas quieren apedrearme?
Le contestaron:
—No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino por haber blasfemado, ya que tú, siendo un hombre como los demás, pretendes hacerte pasar por Dios.
Jesús les replicó:
—¿No está escrito en la ley que Dios dijo: Ustedes son dioses? Si, pues, la ley llama dioses a aquellos a quienes fue dirigido el mensaje de Dios y, por otra parte, lo que dice la Escritura no puede ponerse en duda, ¿con qué derecho me acusan de blasfemia a mí, que he sido elegido por el Padre para ser enviado al mundo, por haber dicho que soy Hijo de Dios? Si no realizo las obras de mi Padre, no me crean; pero, si las realizo, fíense de ellas, aunque no quieran fiarse de mí. De este modo conocerán y se convencerán de que el Padre está en mí, y yo en el Padre.
A la vista de estos discursos, los judíos intentaron, una vez más, apresar a Jesús; pero él se les escapó de las manos. Jesús se fuede nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde tiempo atrás había estado bautizando Juan, y se quedó allí. Acudía a él mucha gente, y decían:
—Cierto que Juan no hizo ningún milagro, pero todo lo que dijo acerca de este era verdad.
Y fueron muchos los que en aquella región creyeron en él.
Reflexión:
Jesús, ante la incredulidad de los judíos, aduce sus credenciales: sus obras. Y, al no poder impugnarlas, las tergiversan. Este relato encierra un mensaje importante: vivir abiertos al Evangelio, superando posiciones cerradas y reconocer las verdaderas credenciales de Jesús. “Muéstrame tu fe sin obras, que yo por mis obras, te mostraré la fe” (Sant 2,18).
Y es que obras son amores, y no buenas razones. Las obras de Jesús son las obras del Padre, pero esto no es solo un criterio de discernimiento de Jesús sino de su seguimiento (Jn 14,12). Hay que hacer sus obras. “¿Por qué me llamáis Señor y no hacéis lo que yo digo?” (Lc 6,46). El árbol se conoce por los frutos (Mt 7,17.20). Hay diversas formas de lanzar piedras contra Jesús. El odio, la superficialidad, la injusticia son piedras lanzadas contra él. Y Jesús es apedreado cuando lo hacemos con uno de “estos mis hermanos más pequeños” (Mt 25,40)