Sábado 3º Semana Adviento 3º de salterio

San Pedro Canisio.

Primera lectura: Cantar de los Cantares 2, 8-14

He aquí mi amado, llega saltando por los montes
 


Salmo: 32, 2-3. 11-12. 20-21

R/. Regocíjense, justos, en el Señor,
canten para él un cántico nuevo.


Evangelio: Lucas 1, 39-45

En aquellos días, María se puso en camino y, a toda prisa, se dirigió a un pueblo de la región montañosa de Judá. Entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
Y sucedió que, al oír Isabel el saludo de María, el niño que llevaba en su vientre saltó de alegría. Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y exclamó con gritos alborozados:
—¡Dios te ha bendecido más que a ninguna otra mujer, y ha bendecido también al hijo que está en tu vientre!
Pero ¿cómo se me concede que la madre de mi Señor venga a visitarme? Porque, apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi vientre. ¡Feliz tú, porque has creído que el Señor cumplirá las promesas que te ha hecho!.


Reflexión:

El evangelio nos presenta el encuentro de las dos madres y de los dos hijos en sus respectivos senos. Isabel intuye y desvela el misterio de María: “Bendita tú entre las mujeres…; Dichosa tú que has creído”. Y Juan detecta la presencia salvadora de Jesús. Encuentro en el que se abrazan los dos Testamentos, el Antiguo, que termina, y el Nuevo, que comienza -“La Ley y los profetas llegan hasta Juan y a partir de ahí se anuncia el Reino de Dios”- (Lc 16,16); en el que se abrazan los dos hijos -Juan, el precursor, la voz- y Jesús, el esperado, la Palabra- y en el que se abrazan dos mujeres, una anciana -Isabel- y otra joven -María-. Encuentro del que brotaron palabras luminosas: las de Isabel, descubriendo el misterio de María; y las de María, cuyo canto es una explosión de gratitud y de fe en Dios Salvador, cuyo nombre es Santo, Misericordioso, Fiel a sus promesas, y volcado y comprometido con los humildes.
 


Primera lectura: Miqueas 5, 1-4a

Lectura de la profecía de Miqueas
Así dice el Señor:
En cuanto a ti, Belén Efrata,
tan pequeña entre los clanes de Judá,
de ti saldrá el caudillo de Israel,
cuyo origen se remonta a días antiguos,
a un tiempo inmemorial.
Por eso el Señor abandonará a los suyos
hasta que dé a luz la que ha de dar a luz.
Y el que aún quede de sus hermanos
volverá a reunirse con el pueblo de Israel.
El que ha de nacer se mantendrá firme
y pastoreará con la fuerza del Señor
y con la majestad del Señor, su Dios.
Ellos, por su parte, vivirán seguros,
porque él extenderá su poder
hasta los confines mismos de la tierra.
Él nos traerá la paz.

 


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