Lunes 29º Semana Ordinario 1ª de salterio

San Hilarión, Santa Celina.

Primera lectura: Efesios 2, 1-10

Nos ha hecho revivir con Cristo y nos ha sentado en el cielo.
 


Primera lectura: Efesios 2, 1-10

Nos ha hecho revivir con Cristo y nos ha sentado en el cielo.
 


Primera lectura: Efesios 2, 1-10

Nos ha hecho revivir con Cristo y nos ha sentado en el cielo.
 


Primera lectura: Efesios 2, 1-10

Nos ha hecho revivir con Cristo y nos ha sentado en el cielo.
 


Salmo: 99, 2. 3. 4. 5

R/. El Señor nos ha hecho y a él pertenecemos.
 


Evangelio: Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, uno de entre la gente dijo a Jesús:
—Maestro, dile a mi hermano que reparta la herencia conmigo.
Jesús le contestó:
—Amigo, ¿quién me ha puesto por juez o repartidor de herencias entre ustedes?
Y, dirigiéndose a los demás, añadió:
—Procuren evitar toda clase de avaricia, porque la vida de uno no depende de la abundancia de sus riquezas.
Y les contó esta parábola:
—Una vez, un hombre rico obtuvo una gran cosecha de sus campos. Así que pensó: «¿Qué haré ahora? ¡No tengo lugar bastante grande donde guardar la cosecha! ¡Ya sé qué haré! Derribaré los graneros y haré otros más grandes donde pueda meter todo el trigo junto con todos mis bienes. Luego podré decirme: tienes riquezas acumuladas para muchos años; descansa, pues, come, bebe y diviértete».
Pero Dios le dijo:
«¡Estúpido! Vas a morir esta misma noche. ¿A quién le aprovechará todo eso que has almacenado?».
Esto le sucederá al que acumula riquezas pensando solo en sí mismo, pero no se hace rico a los ojos de Dios.

 


Reflexión:

Jesús no hay que confundirlo: no ha venido a arreglar asuntos de economía doméstica ni de otro tipo de intereses. Ha venido a des cubrirnos dónde hemos de poner el corazón para no equivocar lavida. Ha venido a traer sensatez a la vida, para que no nos deshagamos en amontonar “nadas”. A ser ricos ante Dios, poniendo en él nuestra esperanza. Y con la parábola advierte contra el peligro de la codicia, invitando a no depositar la confianza en los bienes efímeros. Hay que invertir en los valores del Reino, que no se devalúan ni tienen de caducidad (Mt 6,19). Nos deshacemos por acumular viento (cf. Eclo 34,2; Qoh 2,26; 4,16). Jesús invita a hacer en la vida una apuesta inteligente: vivir la vida serena e intensamente. El hombre debe dar vida a los años; solo Dios puede dar años a la vida. Necesitamos la sabiduría misteriosa y escondida que nos ayude a vivir y a ayudar a vivir.
 


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