Lunes Ordinario 16ª Semana 2ª de Salterio
San Lorenzo de Brindisi
Primera lectura: Sab 8,9-16;
Así pues, decidí hacerla compañera de mi vida,
sabiendo que sería mi consejera en la dicha
y mi consuelo en las preocupaciones y la tristeza:
«Gracias a ella obtendré gloria entre la gente
y honor entre los ancianos, aunque sea joven.
En el juicio lucirá mi agudeza
y seré la admiración de los poderosos.
Si callo, esperarán a que hable,
si tomo la palabra, me prestarán atención
y si me alargo hablando, se llevarán la mano a la boca.
Gracias a ella alcanzaré la inmortalidad
y legaré a la posteridad un recuerdo imperecedero.
Gobernaré pueblos y someteré naciones,
soberanos terribles se asustarán al oír hablar de mí;
me mostraré bueno con el pueblo y valiente en la guerra.
Al volver a mi casa descansaré junto a ella,
pues su compañía no causa amargura
y su intimidad no entristece, sino que alegra y regocija».
Salmo: Sal 66, 2-3. 5. 6. 8;
R/. Bendícenos, Señor, y concédenos la paz.
El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros; conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación. R/.
Que canten de alegría las naciones, porque riges el mundo con justicia, riges los pueblos con rectitud y gobiernas las naciones de la tierra. R/.
¡Oh Dios!, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben. Que Dios nos bendiga, que le teman hasta los confines del orbe. R/.
Evangelio: Lc 9,1-6.
Habiendo convocado Jesús a los Doce, les dio poder y autoridad sobre toda clase de demonios y para curar enfermedades. Luego los envió a proclamar el reino de Dios y a curar a los enfermos, diciéndoles: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco tengáis dos túnicas cada uno. Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si algunos no os reciben, al salir de aquel pueblo sacudíos el polvo de vuestros pies, como testimonio contra ellos». Se pusieron en camino y fueron de aldea en aldea, anunciando la Buena Noticia y curando en todas partes.
Reflexión:
Franciscano capuchino, nacido en Brindis. Italia 1559, san Lorenzo es una figura relevante en la historia de la Iglesia y de la Orden Capuchina. Predicador incansable, escritor prolífico, teólogo, y embajador del Papa en varios países, murió, en misión diplomática, en Lisboa (1619) y sus restos descansan en Villafranca del Bierzo (León). Fue declarado por san Juan XXIII “Doctor Apostólico”. “¿Habrá un crucifijo en mi celda?” preguntó al ingresar en el convento y, al responderle afirmativamente, dijo "Pues eso me basta”. Cristo y la Virgen María fueron los pilares de su vida. El texto evangélico contextualiza perfectamente la existencia de san Lorenzo como la de un hombre en misión permanente y abierto a los diversos contextos eclesiales, políticos y sociales. El anuncio del reino de Dios no conoce fronteras ni hay que ponérselas.