Lunes Ordinario 29ª Semana 3ª de Salterio

San Luciano, Santa Laura

Primera lectura: Rom 4,20-25;

Hermanos: Todo lo contrario, ante la promesa divina no cedió a la incredulidad, sino que se fortaleció en la fe, dando gloria a Dios, pues estaba persuadido de que Dios es capaz de hacer lo que promete; por lo cual le fue contado como justicia. Pero que le fue contado no está escrito solo por él; también está escrito por nosotros, a quienes se nos contará: nosotros, los que creemos en el que resucitó de entre los muertos a Jesucristo nuestro Señor, el cual fue entregado por nuestros pecados y resucitó para nuestra justificación.


Salmo: Sal Lc 1,69-70. 71-72. 73-75;

R/. Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado a su pueblo.

Suscitándonos una fuerza de salvación en la casa de David, su siervo, según lo había predicho desde antiguo por boca de sus santos profetas. R/.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odian; realizando la misericordia que tuvo con nuestros padres, recordando su santa alianza. R/.

Y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán para concedernos que, libres de temor, arrancados de la mano de los enemigos, le sirvamos con santidad y justicia, en su Presencia, todos nuestros días. R/.


Evangelio: Lc 12,13-21.

Entonces le dijo uno de la gente: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia». Él le dijo: «Hombre, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre vosotros?». Y les dijo: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Y les propuso una parábola: «Las tierras de un hombre rico produjeron una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos, diciéndose: “¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha”. Y se dijo: “Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el trigo y mis bienes. Y entonces me diré a mí mismo: alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe, banquetea alegremente”. Pero Dios le dijo: “Necio, esta noche te van a reclamar el alma, y ¿de quién será lo que has preparado?”. Así es el que atesora para sí y no es rico ante Dios».


Reflexión:

Jesús no vino para ejercer de albacea de herencias perecederas. Él propone la herencia eterna. La parábola advierte del peligro de la avaricia, que distorsiona la vida, de la torpeza de dedicar la vida a construir “graneros” inconsistentes, a ser ricos para sí y no ante Dios, que es el auténtico granero, el auténtico seguro y la inversión más inteligente. ¿Qué queremos construir? ¿Sólo graneros de supervivencia o espacios donde el Evangelio sea perceptible?  “Cada uno mire cómo edifica, porque fundamento no hay otro que el ya puesto, Cristo… Y la calidad de la obra de cada cual, la probará el fuego” (I Cor 3, 10-13). Necesitamos la sabiduría que nos ayude a vivir y a ayudar a vivir, porque  la vida no es para disfrutarla sino para hacerla fructífera. “Ambicionad los carismas mejores” (I Cor 12,31).  


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