Miércoles 28º Semana Ordinario 4º de salterio

Santa Margarita.

Primera lectura: Gálatas 5, 18-25

Los que son de Cristo han crucificado la carne con las pasiones.
 


Salmo: 1, 1-2. 3. 4 y 6

R/. El que te sigue, Señor, tendrá la luz de la vida.
 


Evangelio: Lucas 11, 42-46

En aquel tiempo, dijo el Señor: —¡Ay de ustedes, fariseos, que ofrecen a Dios el diezmo de la menta, de la ruda y de toda clase de hortalizas, pero no se preocupan de mantener la justicia y el amor a Dios! Esto último es lo que deberían hacer, aunque sin descuidar lo otro.
¡Ay de ustedes, fariseos, que les gusta ocupar los lugares preferentes en las sinagogas y ser saludados en público!
¡Ay de ustedes, que son como sepulcros ocultos a la vista, sobre los que pisa la gente sin saberlo!

Uno de los doctores de la ley le contestó: —Maestro, diciendo esto nos ofendes también a nosotros.
Pero Jesús continuó: —¡Ay también de ustedes, doctores de la ley, que cargan a los demás con cargas insoportables que ustedes mismos no están dispuestos a tocar ni siquiera con un dedo!

 


Reflexión:

Con matices, esta sección del evangelio de san Lucas se asemeja a la de Mt 23,23-32. Jesús denuncia la exterioridad y la apariencia que quiere convertirse en camuflaje para ocultar la dureza de corazón, la hipocresía existencial y la vanidad. La vida debe asentarse sobre la sinceridad y la verdad. Solemos aplicar estas palabras a los otros -“¡Ay de vosotros!”-, pero no a nosotros, y son también para nosotros, porque estamos expuestos a la hipocresía de predicar lo que no practicamos y al legalismo exteriorista. A nosotros que nos contentamos con pagar “la cuotas” y pasamos por alto la justicia y el amor; con ocupar un “puesto”
en la iglesia pero no nos sentimos iglesia; que camuflamos nuestra verdad con una máscara cosmética; que cargamos a los demás con responsabilidades y no arrimamos el hombro. Y a veces, como el maestro de la ley, si se nos recuerda esto, nos sentimos ofendidos.

 


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