Sábado Cuaresma 1ª Semana 3ª de Salterio

San Raimundo de Fitero, Santa Luisa de Marillac.

Primera lectura: Dt 26,16-19;

Hoy el Señor, tu Dios, te manda que cumplas estos mandatos y decretos. Acátalos y cúmplelos con todo tu corazón y con toda tu alma. Hoy has elegido al Señor para que él sea tu Dios y tú vayas por sus caminos, observes sus mandatos, preceptos y decretos, y escuches su voz. Y el Señor te ha elegido para que seas su propio pueblo, como te prometió, y observes todos sus preceptos. Él te elevará en gloria, nombre y esplendor, por encima de todas las naciones que ha hecho, y serás el pueblo santo del Señor, tu Dios, como prometió».


Salmo: Sal 118,1-2. 4-5. 7-8;

R/. Dichoso el que camina en la ley del Señor.

Dichoso el que, con vida intachable, camina en la ley del Señor; dichoso el que, guardando sus preceptos, lo busca de todo corazón. R/.

Tú promulgas tus mandatos para que se observen exactamente. Ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus decretos. R/.

Te alabaré con sincero corazón cuando aprenda tus justos mandamientos. Quiero guardar tus decretos exactamente, tú no me abandones. R/.


Evangelio: Mt 5,43-48.

Habéis oído que se dijo: “‘Amarás a tu prójimo’ y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo os digo: amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.


Reflexión:

Jesús quiso volver las cosas al origen, al principio, “porque al principio no fue así” (Mt 19,8). Al principio fue sólo: “Amarás”. “Aborrecerás a tu enemigo” no viene de Dios, sino de los hombres. Y Jesús critica un sistema que pervierte la voluntad de Dios. La conducta estrictamente retributiva no siempre es cristiana, por eso invita a romper esa cadena, introduciendo un elemento nuevo: el amor y el perdón gratuitos. Ser bueno con los buenos es fácil, pero “Siendo nosotros aún pecadores, Cristo murió por nosotros”, y esa es “la prueba de que Dios nos ama” (Rom 5,8). Y amar de esa manera es la prueba de ser discípulos de Jesús. Lo demás, “lo hacen también los pecadores” (Lc 6,32-36). El modelo de conducta es el Padre (Lc 6,36).


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