Domingo Adviento 2ª Semana 3ª de Salterio
San Juan de la Cruz
Primera lectura: Is 3,14-18a;
El Señor se querella contra los ancianos y gobernantes de su pueblo: «Vosotros habéis devastado la viña, los despojos de los pobres están en vuestras casas. ¿No os importa oprimir a mi pueblo, hacer añicos a los pobres? —Oráculo del Señor, Dios del universo—». Lo ha dicho el Señor: «Porque las hijas de Sión son altaneras, andan con el cuello estirado, echando miradas seductoras, caminan con pasos menudos y hacen sonar las ajorcas de sus pies, por eso cubrirá el Señor de costras sus cabezas, dejará el Señor sus sienes a la vista. En aquel día les quitará el Señor sus adornos.
Salmo: Sal Is 12,2-3. 4bcd. 5-6;
R/. Gritad jubilosos: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.»
El Señor es mi Dios y salvador; confiare y no temeré, porque mi fuerza y mi poder es el Señor, él fue mi salvación. Sacaréis aguas con gozo de las fuentes de la salvación. /R.
Dad gracias al Señor, invocad su nombre, contad a los pueblos sus hazañas. /R.
Tañed para el Señor, que hizo proezas, anunciadlas a toda la tierra; gritad jubilosos, habitantes de Sión: «Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel.» /R.
Segunda lectura: Flp 4,4-7;
Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos. Que vuestra mesura la conozca todo el mundo. El Señor está cerca. Nada os preocupe; sino que, en toda ocasión, en la oración y en la súplica, con acción de gracias, vuestras peticiones sean presentadas a Dios. Y la paz de Dios, que supera todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.
Evangelio: Lc 3,10-18.
La gente le preguntaba: «Entonces, ¿qué debemos hacer?». Él contestaba: «El que tenga dos túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?». Él les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos soldados igualmente le preguntaban: «Y nosotros, ¿qué debemos hacer?». Él les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos con la paga». Como el pueblo estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Con estas y otras muchas exhortaciones, anunciaba al pueblo el Evangelio.
Reflexión:
El pasado domingo, el Bautista indicaba cómo preparar el camino del Señor: Acondicionando el propio camino; haciendo habitables y transitables los desiertos de nuestra vida personal y comunitaria, creando oasis de autenticidad y esperanza desde una profunda y sincera conversión al Señor y a los hermanos. Hoy continúa precisando: preparar el camino del Señor, supone una opción por el amor concreto y solidario: “El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene, y el que tenga comida, que haga lo mismo”; una opción por la justicia: “No exijáis más de lo debido”, dice a los que detentan el control del dinero; una opción por la no violencia: “No hagáis extorsión a nadie”, dice a los que ejercen el poder de las armas. ? Adecentar el camino al Señor ocurre cuando “la justicia y la paz se besan” (Sal 85,11).