Miércoles Adviento 1ª Semana 1ª Salterio
San Francisco Javier
Primera lectura: Is 25,6-10a;
Preparará el Señor del universo para todos los pueblos, en este monte, un festín de manjares suculentos, un festín de vinos de solera; manjares exquisitos, vinos refinados. Y arrancará en este monte el velo que cubre a todos los pueblos, el lienzo extendido sobre todas las naciones. 8Aniquilará la muerte para siempre. Dios, el Señor, enjugará las lágrimas de todos los rostros, y alejará del país el oprobio de su pueblo —lo ha dicho el Señor—. Aquel día se dirá: «Aquí está nuestro Dios. Esperábamos en él y nos ha salvado. Este es el Señor en quien esperamos. Celebremos y gocemos con su salvación, porque reposará sobre este monte la mano del Señor.
Salmo: Sal 22,1b-3a. 3bc-4. 5. 6;
R/. Habitaré en la casa del Señor por años sin término.
El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo, por el honor de su Nombre. Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque Tú vas conmigo: tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Preparas una mesa ante mí, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume, y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los días de mi vida, y habitaré en la casa del Señor por años sin término. R/.
Evangelio: Mt 15,29-37.
Desde allí Jesús se dirigió al mar de Galilea, subió al monte y se sentó en él. Acudió a él mucha gente llevando tullidos, ciegos, lisiados, sordomudos y muchos otros; los ponían a sus pies y él los curaba. La gente se admiraba al ver hablar a los mudos, sanos a los lisiados, andar a los tullidos y con vista a los ciegos, y daban gloria al Dios de Israel. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». Los discípulos le dijeron: «¿De dónde vamos a sacar en un despoblado panes suficientes para saciar a tanta gente?». Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tenéis?». Ellos contestaron: «Siete y algunos peces». Él mandó a la gente que se sentara en el suelo. Tomó los siete panes y los peces, pronunció la acción de gracias, los partió y los fue dando a los discípulos, y los discípulos a la gente. Comieron todos hasta saciarse y recogieron las sobras: siete canastos llenos.
Reflexión:
Jesús sube al monte, a “practicar” las Bienaventuranzas, y a él acude una humanidad dolorida, “Venid a mí los que estáis cansados y yo os aliviaré” (Mt 11,28), y “los curaba”. Monte que evoca el monte donde Dios preparará el banquete, curará las heridas, enjugará las lágrimas de los pueblos, sanará las enfermedades y saciará las hambres de los hombres (Is 25,6-10). Todo surge de la compasión de Jesús. Sentía las necesidades y las abordaba personal y eficazmente. Vino a cargar con nuestras dolencias (Mt 8,17) y saciar nuestras hambres. “¿Cuántos panes tenéis?”. Una pregunta que nos invita a verificarnos, a constatar nuestra realidad. Jesús bendice su pobreza, su realidad, y hubo provisiones para satisfacer las necesidades del momento. La lección es clara: hay que darse y compartir.