Jueves 4ª Semana de Cuaresma

Santa Matilde

Primera lectura: Éxodo 32, 7-14

Arrepiéntete de la amenaza contra tu pueblo.


Salmo: 105, 19-20. 21-22. 23

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.


Evangelio: Juan 5, 31-47

En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

—Si me presentara como testigo de mí mismo, mi testimonio carecería de valor. Es otro el que testifica a mi favor, y yo sé que su testimonio a mi favor es plenamente válido.

Ustedes mismos enviaron una comisión a preguntar a Juan, y él dio testimonio a favor de la verdad. Y no es que yo tenga necesidad de testimonios humanos; si digo esto, es para que ustedes puedan salvarse. Juan el Bautista era como una lámpara encendida que alumbraba; y ustedes estuvieron dispuestos a alegrarse por breve tiempo con su luz.

Pero yo tengo a mi favor un testimonio de mayor valor que el de Juan: las obras que el Padre me encargó llevar a feliz término, y que yo ahora realizo, son las que dan testimonio a mi favor de que el Padre me ha enviado.

También habla a mi favor el Padre que me envió, aunque ustedes nunca han oído su voz ni han visto su rostro. No han acogido su palabra como lo prueba el hecho de que no han creído a su enviado. Ustedes estudian las Escrituras pensando que contienen vida eterna; pues bien, precisamente las Escrituras dan testimonio a mi favor. A pesar de ello, ustedes no quieren aceptarme para obtener esa vida. Yo no busco honores humanos. Además, los conozco muy bien y sé que no aman a Dios.

Yo he venido de parte de mi Padre, pero ustedes no me aceptan; en cambio, aceptarían a cualquier otro que viniera en nombre propio. ¿Cómo van a creer, si solo se preocupan de recibir honores los unos de los otros y no se interesan por el verdadero honor, que viene del Dios único? Por lo demás, no piensen que voy a ser yo quien les acuse ante mi Padre; les acusará Moisés, el mismo Moisés en quien ustedes tienen puesta su esperanza. Él escribió acerca de mí; por eso, si creyeran a Moisés, también me creerían a mí. Pero si no creen lo que él escribió, ¿cómo van a creer lo que yo digo?


Reflexión:

La tentación de fabricarse ídolos es muy antigua. Israel también sucumbió ante ella. El evangelio nos presenta a Jesús como el auténtico revelador del rostro de Dios: él hace sus obras y esas obras le acreditan. La verdad sobre Jesús aparece garantizada por cuatro testimonios: el del Padre (Jn 5,32)-, el de sus obras (Jn 10,25), el del Bautista (Jn 1,29), y el de las Escrituras (Jn 5,39). Pero no terminan ahí los testimonios. El cristiano debe dar testimonio de Jesús, y un testimonio veraz y creíble. “Seréis mis testigos” (Hch 1,8), con la vida. Eso es evangelizar: ser evangélicos. Y Jesús espera ese testimonio, pues si es cierto que, por una parte, “no dependo del testimonio de un hombre”, por otra, en su humildad, nos pide ser sus testigos con un testimonio humilde, creíble y sincero. “¿Quién decís que soy yo?”
 


  • Compártelo!