Viernes 2ª semana Tiempo Pascual

San Zenón de Verona, San Damián

Primera lectura: Hechos 5, 34-42

Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.
 


Salmo: 26, 1. 4. 13-14

R/. Una sola cosa pido al Señor: sentarme en su casa.
 


Evangelio: Juan 6, 1-15

En aquel tiempo, Jesús pasó a la otra orilla del lago de Galilea (o deTiberíades). Lo seguía mucha gente, porque veían los milagros que hacía con los enfermos. Jesús subió a un monte y se sentó allí con sus discípulos. Estaba próxima la Pascua, fiesta principal de los judíos. Al alzar Jesús la mirada y ver aquella gran multitud que acudía a él, dijo a Felipe:
—¿Dónde podríamos comprar pan para que puedan comer todos estos?
Dijo esto para ver su reacción, pues él ya sabía lo que iba a hacer.
Felipe le respondió:
—Aunque se gastase uno el salario de más de medio año, no alcanzaría para que cada uno de estos probase un bocado.
Otro de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, intervino diciendo:
—Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es esto para tanta gente?
Jesús dijo entonces:
—Hagan que se sienten todos.
Se sentaron todos sobre la hierba, que era muy abundante en aquel lugar. Eran unos cinco mil hombres. Jesús tomó los panes y, después de dar gracias a Dios, los distribuyó entre los que estaban sentados. Y lo mismo hizo con los peces, hasta que se hartaron. Cuando quedaron satisfechos, Jesús dijo a sus discípulos:
—Recojan lo que ha sobrado, para que no se pierda nada.

Lo hicieron así, y con lo que sobró a quienes comieron de los cinco panes de cebada, llenaron doce cestos. La gente, por su parte, al ver aquel milagro, comentaba:
—Este hombre tiene que ser el profeta que iba a venir al mundo.
Se dio cuenta Jesús de que pretendían llevárselo para proclamarlo rey, y se retiró de nuevo al monte él solo.

 


Reflexión:

Jesús, que se explica en sus obras, realiza un gesto de ternura humana y una profecía de la Eucaristía, pan y bebida de salvación. Es él quien se hace pan de vida eterna. No solo da pan, se hace pan. Gesto que nos invita a la solidaridad humana y a alimentarnos de su pan. ¿Pero tenemos nosotros hambre de ese pan? ¿No anhelamos otro “maná”? El evangelio de Jesús es el pan integral: no se agota en saciar las necesidades materiales aunque tampoco las ignora. A una humanidad cansada, hambrienta, Jesús le ofrece “su” pan. Nosotros, ¿tenemos hambre?, ¿de qué?, ¿de Dios y de su palabra? ¿Nos sacia el alimento que ofrece Jesús? El relato, además, ofrece una catequesis a sus discípulos: no hay que ir a comprar, hay que compartir. La solución no está en el dinero sino en el corazón. Jesús no saca panes de la chistera, sino que bendice los que tiene la gente.
 


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