Miércoles Ordinario 23ª Semana 3ª de Salterio
San Francisco Gárate, San Nicolás de Tolentino.
Primera lectura: Col 3,1-11;
Por tanto, si habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde Cristo está sentado a la derecha de Dios; 2aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. 3Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. 4Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos, juntamente con él. 5En consecuencia, dad muerte a todo lo terreno que hay en vosotros: la fornicación, la impureza, la pasión, la codicia y la avaricia, que es una idolatría. 6Esto es lo que atrae la ira de Dios sobre los rebeldes. 7Entre ellos andabais también vosotros, cuando vivíais de esa manera; 8ahora en cambio, deshaceos también vosotros de todo eso: ira, coraje, maldad, calumnias y groserías, ¡fuera de vuestra boca! 9¡No os mintáis unos a otros!: os habéis despojado del hombre viejo, con sus obras, 10y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su Creador, 11donde no hay griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro, escita, esclavo y libre, sino Cristo, que lo es todo, y en todos.
Salmo: Sal 144,2-3. 10-11. 12-13ab;
R/. El Señor es bueno con todos.
Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza. R/.
Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/.
Explicando tus hazañas a los hombres, la gloria y majestad de tu reinado. Tu reinado es un reinado perpetuo, tu gobierno va de edad en edad. R/.
Evangelio: Lc 6,20-26.
Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía: «Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas. Pero ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya habéis recibido vuestro consuelo! ¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre! ¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis! ¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que vuestros padres hacían con los falsos profetas.
Reflexión:
Las “bienaventuranzas” son el anuncio de una nueva era del reino de Dios; la aurora en el amanecer de una nueva humanidad. No son punto y seguido, sino punto y aparte en la escritura y en la lectura de la historia. Son proclamación mesiánica, activa. La versión lucana aporta peculiaridades en su extensión y formulación. Introduce un “vosotros”, singularizándolas, y un “ahora”, concretándolas. Además añade cuatro “¡Ay de vosotros los que ahora…!”. No son formulaciones generales sino concretas de anuncio y denuncia, ante las que hay que sentirse interpelados. Son el proyecto de una vida, la de Jesús, y un proyecto de vida, el del discípulo, que ha de abrirse al Dios que en ellas se revela y al hombre a favor del que Dios se revela. Son la vocación y la misión de la Iglesia. Un espejo para ver y verse.