Sábado Pascua 3ª Semana 3ª de Salterio
Bienaventurada Virgen María, Madre del Buen Pastor, San Juan de Ävila.
Primera lectura: Eclo 24,2-4. 8. 12. 18-22;
En la asamblea del Altísimo abre su boca
y se gloría ante el Poderoso.
«Yo salí de la boca del Altísimo,
y como niebla cubrí la tierra.
Puse mi tienda en las alturas,
y mi trono era una columna de nube.
Entonces el Creador del universo me dio una orden,
el que me había creado estableció mi morada
y me dijo: “Pon tu tienda en Jacob,
y fija tu heredad en Israel”.
Arraigué en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Yo soy la madre del amor hermoso y del temor,
del conocimiento y de la santa esperanza,
me doy a todos mis hijos,
escogidos por él desde la eternidad.
Venid a mí los que me deseáis,
y saciaos de mis frutos.
Pues mi recuerdo es más dulce que la miel,
y mi heredad más dulce que los panales.
Los que me comen todavía tendrán hambre,
y los que me beben todavía tendrán sed.
Quien me obedece no pasará vergüenza,
y los que se ocupan de mí no pecarán».
Salmo: Sal 30,2-3a. 3bc-4. 5-6. 15-16. 20;
R/. Sálvame, Señor, por tu misericordia.
A Ti, Señor, me acojo: no quede yo nunca defraudado; Tú, que eres justo, ponme a salvo, inclina tu oído hacia mí. R/.
Ven aprisa a librarme, sé la roca de mi refugio, un baluarte donde me salve, Tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu Nombre dirígeme y guíame. R/.
Sácame de la red que me han tendido, porque Tú eres mi amparo. A tus manos encomiendo mi espíritu: Tú, el Dios leal, me librarás. R/.
Pero yo confío en Ti, Señor, te digo: «Tú eres mi Dios». En tu mano están mis azares: líbrame de los enemigos que me persiguen. R/.
Qué bondad tan grande, Señor, reservas para tus fieles, y concedes a los que a Ti se acogen a la vista de todos. R/.
Evangelio: Jn 19,25-27.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Reflexión:
Desde la Cruz Jesús constituye a su Madre, madre y pastora de la Iglesia. El Papa Pío VI, el 1 de Agosto de 1795, instituyó canónicamente la fiesta en honor de la Bienaventurada Virgen María, Madre del Divino Pastor. Y fue el Beato Diego José de Cádiz, capuchino, uno de los que más se afanaron por lograr el refrendo pontificio a favor de la “Divina Pastora”, que presidía sus misiones populares. El papa concedió a los Capuchinos de España que pudieran venerar como singular Patrona de sus misiones a la Madre del Buen Pastor, Jesucristo, poderosa mediadora entre él y nosotros, su pueblo y ovejas de su rebaño. “Y pues la Virgen sin mancilla es nuestra pastora, después de Dios, supliquémosle que nos apaciente, alcanzándonos gracia… Pastora, no jornalera, pues amaba tanto a las ovejas que, después de haber dado por ellas la vida de su amantísimo Hijo, diera de muy buena gana su vida propia, si necesidad de ellas tuvieran” (S. Juan de Ávila). Los texto bíblicos de la fiesta la función mediadora y maternal de María.