Sábado 5ª semana Tiempo Ordinario 1ª semana de salterio

Santa Escolástica.

Primera lectura: 1 Reyes 12, 26-32; 13, 33-34

Jeroboán fundió dos becerros de oro.
 


Salmo: 105, 6-7a. 19-20. 21-22

R/. Acuérdate de mí, Señor, por amor a tu pueblo.
 


Evangelio: Marcos 8, 1-10

Por aquellos días se reunió otra vez mucha gente. Como no tenían qué comer, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
—Me da lástima esta gente. Ya hace tres días que están conmigo y no tienen nada que comer. Si los despido y los dejo ir a sus casas en ayunas, van a desfallecer por el camino. Y algunos han venido de lejos.
Los discípulos le contestaron:
—Pero ¿de dónde podrá uno sacar pan para dar de comer a todos estos en este lugar apartado?
Jesús les preguntó:
—¿Cuántos panes tienen ustedes?
Ellos contestaron:
—Siete.
Jesús dispuso que la gente se sentara en el suelo. Luego tomó los siete panes, dio gracias a Dios, los partió y se los fue dando a sus discípulos para que ellos los distribuyeran. Y los discípulos los distribuyeron entre la gente. Tenían además unos cuantos peces; Jesús los bendijo y mandó que los repartieran. Todos comieron hasta quedar satisfechos, y todavía se recogieron siete espuertas de los trozos sobrantes de pan. Luego Jesús despidió a la multitud, que era de unas
cuatro mil personas. A continuación subió a la barca con sus discípulos y se dirigió a la región de Dalmanuta.

 


Reflexión:

Despídelos para que vayan a las aldeas del entorno¨.¨¿Dadles vosotros de comer!  Los discipulos intentan evadirse de la responsabilidad; Jesús quiere hacerles comprender que los problemas no se  solucionan dándoles la espalda. Y es entonces cuando aflora en ellos la conciencia de la propia pobreza: ¿Cómo podrá alguien saciar de pan a éstos aquí en el desierto? ¿Cuántos panes tenéis?. Le dicen: cinco y dos peces. Creían que era poco, ¡y era lo necesario! Jesús asumió esa profesión de pobreza y multiplicó con su bendición las reducidas provisiones: “Se recogieron doce canastas.” Sin caer en alegorismos ingenuos, es posible suscitar una reflexión: Dios no va a mandar salvadores -tenemos ya a Cristo-, ni soluciones extraordinarias -tenemos el Evangelio-. Bendecirá lo que tenemos, lo que somos; pero hay que ofrecerlo y ofrecerse.


  • Compártelo!