Lunes 14º semana Tiempo Ordinario 2ª de salterio
Santa Priscila.
Primera lectura: Oseas 2, 16. 17b-18. 21-22
Me desposaré contigo para siempre.
Salmo: 144, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9
R/. El Señor es clemente y compasivo.
Evangelio: Mateo 9, 18-26
En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se le acercó un dignatario que, arrodillándose delante de él, le dijo: —Mi hija acaba de morir; pero si tú vienes y pones tu mano sobre ella, volverá a vivir.
Jesús se levantó y, seguido de sus discípulos, fue con él.
En esto, una mujer que padecía hemorragias desde hacía doce años se acercó por detrás a Jesús y tocó el borde de su manto, pues pensaba para sí misma: «Con solo tocar su manto me curaré».
Pero Jesús se volvió y, al verla, le dijo:
—Ánimo, hija, tu fe te ha salvado.
Y en aquel mismo instante la mujer recuperó la salud.
Cuando Jesús llegó a casa del dignatario y vio a los flautistas y a la gente que se lamentaba, dijo:
—Salgan de aquí. La muchacha no está muerta; está dormida.
Al oír esto, todos se rieron de Jesús; pero él, después que salió la gente, pasó adentro, tomó a la muchacha por la mano y ella se levantó.
Y la noticia de este suceso se extendió por toda aquella región.
Reflexión:
Jesús pasó haciendo el bien, dando vida y esperanza a las situaciones más desesperanzadas. Su perfil está marcado por la misericordia y la compasión. Siempre dispuesto a echar una mano, a tomarnos de la mano y a levantarnos. A darnos ánimo: “Tu fe te ha curado”. No hay situaciones irreversibles. Confiar en el Señor y confiarse a él: una actitud necesaria e infrecuente. Confiar es hacer profesión de fe en Dios y en nuestra pobreza y pequeñez. Frecuentemente esperamos más de nuestro hacer que del hacer de Dios. Jairo y la hemorroisa pensaban que el acceso a Jesús era necesario y suficiente para sanar. ¿Cómo nos situamos nosotros ante Jesús? ¿Con qué niveles de fe, esperanza y amor?.