Lunes del tiempo de Navidad

San Telesforo, Bto Diego Jóse de Cádiz

Primera lectura: 1 Jn 2,11-21.

Pero quien aborrece a su hermano está en las tinieblas, camina en las tinieblas, no sabe adónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos. Os escribo, hijos, porque se os han perdonado vuestros pecados por su nombre. Os escribo, padres, porque conocéis al que es desde el principio. Os escribo, jóvenes, porque habéis vencido al Maligno. Os he escrito, hijos, porque conocéis al Padre. Os he escrito, padres, porque ya conocéis al que existía desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo —la concupiscencia de la carne, y la concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero—, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo. Y el mundo pasa, y su concupiscencia. Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. Hijos míos, es la última hora. Habéis oído que iba a venir un anticristo; pues bien, muchos anticristos han aparecido, por lo cual nos damos cuenta de que es la última hora. Salieron de entre nosotros, pero no eran de los nuestros. Si hubiesen sido de los nuestros, habrían permanecido con nosotros. Pero sucedió así para poner de manifiesto que no todos son de los nuestros. En cuanto a vosotros, estáis ungidos por el Santo, y todos vosotros lo conocéis. Os he escrito, no porque desconozcáis la verdad, sino porque la conocéis, y porque ninguna mentira viene de la verdad.

Palabra de Dios.


Salmo: Sal 99,1-2. 3. 4. 5.

R/. Aclama al Señor, tierra entera

Aclama al Señor, tierra entera,
servid al Señor con alegría,
entrad en su presencia con vítores. R/.

Sabed que el Señor es Dios:
que él nos hizo y somos suyos,
su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.

El Señor es bueno,
su misericordia es eterna,
su fidelidad por todas las edades. R/.


Evangelio: Jn 1,43-51.

En aquel tiempo, determinó Jesús salir para Galilea; encuentra a Felipe y le dice: —“Sígueme.”

Felipe era de Betsaida, ciudad de Andrés y de Pedro. Felipe encuentra a Natanael y le dice: —“Aquel de quien escribieron Moisés en la Ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret.”

Natanael le replicó: —“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”

Felipe le contestó: —“Ven y verás.”

Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: —“Ahí tenéis a un israelita de verdad, en quien no hay engaño.”

Natanael le contesta: —“¿De qué me conoces?”

Jesús le responde: —“Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.”

Natanael respondió: —“Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.”

Jesús le contestó: —“¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Has de ver cosas mayores.”

Y le añadió: —“Yo os aseguro: veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre.”


Reflexión:

Una vez que Jesús encontró a Felipe y le invitó a seguirlo, Felipe fue a hacer partícipe del encuentro a su amigo Natanael con palabras llenas de entusiasmo, y ante el escepticismo de éste -“¿De Nazaret puede salir algo bueno?”- , le invita a que él mismo haga la experiencia. Sin experiencia no puede haber seguimiento del Señor. Y resultó que antes de descubrir Natanael a Jesús, Jesús descubrió a Natanael, y por dentro, arrancando de él la primera profesión de fe en Jesús como el Hijo de Dios. El conocimiento de Jesús no es fruto de un simple golpe de vista, requiere la experiencia con él. Nos encontramos, pues con una bella indicación de pastoral vocacional: para conocer a Jesús es necesario convivir con él, compartir a Jesús e invitar a compartirlo.


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