Fr. Roberto Genuin. Ministro General de los Hermanos Menores Capuchinos

Fr. Roberto Genuin. Ministro General de los Hermanos Menores Capuchinos

Invitado a presentarse.

Soy fr. Roberto Genuin – (notad: “Genuin”, falta sólo una “o” para ser perfecto [dicho con una sonrisa, ndr])-, Ministro General de los Frailes Menores Capuchinos. Nací en las Dolomitas. Todos sabéis donde están las Dolomitas: en la alta Italia, Véneto, en la montaña, en un pequeño pueblo de montaña.
Ya en la escuela primaria tenía alguna idea de que sería sacerdote. Luego conocí a los frailes, entré con ellos, me hice religioso, sacerdote, hice todos los años del seminario; desde la escuela media en adelante siempre estuve dentro del itinerario formativo de los Frailes Capuchinos del Véneto.
Luego de la Ordenación, fui encargado de la responsabilidad del Seminario menor por 4-5 años; después me enviaron a Roma a estudiar el doctorado en Utroque Iure (derecho canónico y derecho civil). De ahí en más, fui guardián en Venecia, por 9 años Vicario Provincial, 9 años Provincial; un año de intervalo en el cual finalmente estuve en paz: y en cambio me eligieron Ministro General de la Orden. Desde hace tres años soy Ministro General de la Orden.

¿Cómo fue tu elección de Ministro general?

En verdad, en la elección como General, sorprendiéndome de mí mismo, estaba muy sereno. Nuestra suerte es que no estamos a la búsqueda de cargos. Buscamos hacer lo mejor que podemos, allí donde estemos, y luego también escuchando lo que Espíritu sugiere. Por lo tanto, estaba muy sereno. Si los hermanos me quisieron ahí, si el Señor me quiso ahí, me pondría a disposición con mis dotes, pero sin preocupación; no soy yo el que conduce la Orden, que conduzco una parte de la Iglesia, no, no… ¡es nuestro Señor! Claro que el Señor pide nuestra colaboración. Pero fue todo muy sereno. Quizás por toda la experiencia pasada; porque la experiencia de responsabilidad ayuda a madurar indudablemente una capacidad para soportar, de ver que incluso en el contexto de una responsabilidad tan grande, lo podemos hace, sin grandes dificultades, con la ayuda del Señor y con la ayuda de los hermanos, porque somos muchos los que colaboramos juntos.

¿Qué desafíos debe afrontar hoy la Orden de los Capuchinos?

Este es un sexenio que vosotros podéis imaginar qué difícil sea, por el hecho que mi servicio como Ministro General está muy limitado por no poder visitar a los hermanos. Lo pude hacer durante un año y medio, antes de la pandemia, y luego estuve casi totalmente bloqueado. Por lo que todas las iniciativas a nivel mundial de la Orden, de zonas, que continuamente fueron pospuestas: esto crea no pocas dificultades. Pero lo mismo, digo, ¡es el Señor el que nos hace ir adelante! Buscamos animar un poco on-line esta Orden tan grande, que presenta grandes diversidades. Somos todos Capuchinos, pero la cultura es muy diversa: África, Asia, Sudamérica, Norteamérica, Europa. Interesante. Una gran vivacidad. Pero en mi servicio indudablemente estoy un poco limitado, porque no es mismo conocer a los hermanos, o las realidades, a través de informes escritos que conocerlos por medio de la experiencia directa, es decir, el contacto directo. Esperemos que de apoco se abra… Ahora pude llegar a España… incluso ésta, pospuesta varias veces… lo poco que se puede, se hace gustoso.
¡Una hermosa Orden la nuestra, … grande!

¿Cómo se afronta en la Orden el desafío de las vocaciones?

Yo diría, antes que nada a los hermanos europeos que viven un momento de escasísimas vocaciones, yo diría que la mano del Señor, el brazo del Señor no se retiró. El Señor sabe cómo conducirnos. Dicho esto, diría también a los europeos: “¡Poneos a trabajar!”. No es cierto que la gente es insensible al mensaje de Dios, a la llamada de Dios. ¡No es cierto! El problema es que quizás no siempre encontramos las formas justas para ser eficaces para los jóvenes de hoy. Aquí es necesario trabajar con toda el alma, sin desesperarse. Cuando menos lo esperamos el Señor hace cosas extraordinarias, suscitando vocaciones incluso donde no pensamos. Incluso siento este un período que humanamente pone en dificultad a los hermanos, ¡claro! Estamos en un fuerte decrecimiento aquí. Pero, tener también una visión global de la Orden, que permite decir que, mientras aquí estamos en un decrecimiento, en otras zonas en cambio estamos creciendo, incluso muy acentuadamente. En el curso de la historia hubo también aquí en Europa muchas variaciones incluso trágicas, con la supresión de las Órdenes religiosas. Las Órdenes luego siempre recomenzaron. En la mano de Dios más que en nuestra está el camino que hacemos. Esto nos da mucha fuerza y serenidad. Las cosas no van bien porque seamos muchos en número, las cosas irán mejor, siempre mejor, si somos fieles a nuestra vocación ¡con más autenticidad!

 

 

 

 

¿Qué significa ser capuchino hoy?

Quién sabe cuántas veces se respondió a estas preguntas. Quisiera limitarme simplemente a decir algo, pensando en el contexto actual en la cual estamos obligados a estar aislados, muy aislados. Nosotros como capuchinos, que experimentamos la vida y la espiritualidad de San Francisco, tenemos una fuerza enorme en la fraternidad, que nosotros mismos debemos redescubrir en toda su amplitud. Esto quiere decir apertura, quiere decir acoger a todas las personas, quiere decir simplicidad en las relaciones. Creo que otra de nuestras fortalezas, justamente típica de los capuchinos es la simplicidad en las relaciones. Si logramos recuperar con la gente una relación cordial, propiamente cordial, simple, podemos entrar en todos lados desde el más pequeño, el más pobre, el más marginado, hasta el más grande sobre la faz de la tierra. Con la simplicidad humilde. Diría estas dos cosas; no es todo evidentemente, pero en mi opinión estos dos aspectos son realmente importantes hoy. Si damos testimonio de que se puede vivir en armonía incluso con personas de diversos países, de diversa extracción, de diversas culturas, de dotes diversas: este aspecto, que es un don de Dios, y también el otro, la capacidad de estar entre la gente de manera simple; estas creo que sean hoy nuestras dos fortalezas más grandes.

¿Cómo vivió la Orden la experiencia de la pandemia?

Yo resido en Roma, en una fraternidad grande: somos casi cuarenta. Fue interesante ver que no obstante seamos todos religiosos, todos capuchinos, sin embargo las reacciones frente a la pandemia depende mucho de la persona: no somos todos iguales. Creó no pocas preocupaciones en la Orden, porque fueron muchos los frailes contagiados y un buen número de muertos (casi un centenar). Estamos presentes en todos los rincones de la tierra y por lo tanto es fácil entender esto… Lo que aportó de bueno indudablemente a mi parecer, una reflexión sobre nuestra realidad, sobre cómo responder al Señor hoy es, a propósito de esta entrevista, quizás debamos aprender a utilizar mejor los medios de comunicación de este género. Pienso, en lo que pudimos animar fue a través de las redes sociales, los contactos virtuales, que no sustituirán nunca los encuentros personales, pero sin duda en algunos casos probablemente hemos aprendido que favorecen un movimiento más ágil, compartir y afrontar las dificultades. Diría estas dos cosas. Luego, incluso lo escribí, para mí fue muy hermoso: en diversas áreas del mundo, donde estamos presentes, el aparato público no ayudaba nada, nada; en los pueblos, nada, nada –con o sin Covid-, no llegaba ninguno.

Nosotros en cuanto pudimos, ayudamos a diversos proyectos de pequeñas fraternidades que iban recorriendo pueblos para llevar lo mínimo necesario, algo de víveres, un poco de jabón, algunas mascarillas… Fue muy hermoso ver las fotos, en la recorrida, de estos hermanos que a pesar de la pandemia ¡están en medio de la gente, para distribuir estas cosas! Pequeña, pequeña gota, porque no es que seamos una potencia; somos muchos, pero es muy hermoso. Si también la pandemia logra favorecer este servicio tan humilde a los últimos, a quien nadie mira, ¡será pequeño, pero vale tanto a los ojos de Dios! Muchísimas iniciativas en este sentido se realizaron también en nuestras fraternidades; muchísimas, muchísimas.

¿Las redes sociales son un instrumento de evangelización?

Excelentes medios, probablemente a ser utilizadas más en el futuro y con algunas precauciones; nunca sustituyen el encuentro personal ¡esto es indudable! Pero hubo muchas iniciativas alrededor: para estar cerca de la gente, para una oración por la mañana, para saber cómo están, para transmitir las celebraciones, lo que fue posible, para transmitir la catequesis… muchos han actuado de diversos modos. Estoy muy contento con esto, no pudiendo hacerse de otro modo…

¿Qué quisieras decir a quien lea esta entrevista?

Diría que nuestro Señor, es un Señor bueno y que hace la vida alegre. Esto lo diría con todo el corazón… ¡no tengáis miedo! ¡El Señor alegra la vida! Lo que no significa una vida sin problemas, sin dificultades, sin sacrificios, -no existe una vida sin esto- sino que Dios introduce en nuestra vida, que a veces es un paso doloroso, pone tanta energía, tanta simplicidad. Existe la posibilidad, en buena armonía con el Señor, de estar serenos pese a todo, incluso frente a las dificultades más graves ¡esto diría!

Una pregunta sobre la formación.

En el último Capítulo General hemos aprobado la Ratio Formationis Ordinis para toda la Orden. Evidentemente los criterios generales que se nos representan, los valores que nos distinguen, y como buscar implementarlos en el contexto del mundo hodierno. Siempre repetiré que es un documento formidable, no sólo porque se construyó con la participación más amplia posible de todos los hermanos, sino porque en las palabras que usa, en la modalidad con la que expresa los valores, ¡es propiamente nuestro! Expresa nuestra sensibilidad.

Entonces ¿cuál es el gran desafío? Además de tener indicaciones bastante concretas, aunque generales, el gran desafío es traducir a nivel de las distintas culturas los mismos valores; no sólo traducir los mismos valores, sino también en la misma modalidad. ¡Porque la misma modalidad transmite un valor! Esta es la gran fuerza, a mi parecer, de nuestra Ratio. Quién sabe cuánto tiempo nos llevará, pero sin dudas en lo poco que pude recorrer, digo: y ¿cómo es? Ahora bien, estas cosas aquí me parece que no corresponden hoy a nuestra vida…

“¡Tomad la Ratio, pensad sobre ella!” Intentad traducirla en esta cultura… como se traduce el respeto por la familia, la relación con el dinero… Evidentemente aún no la hemos recibido en su totalidad. Estas son cosas que hablan de una identidad que debe hacerse concreta. Y no se realiza en pocos años. Un grandísimo trabajo haber hecho una Ratio así, está claro que ahora, poco a poco… acompañando, acompañando… porque tenemos necesidad. ¡Hay poco que hacer!
Si logramos a traducirla, también damos una fuerte vitalidad a la Orden… ¡fuerte! Según lo que hoy nos pide el Señor.

¿Cómo se alimenta el sentido de pertenencia a la Orden?

Respondería así; no sé si contesto exactamente al tema, pero respondería de esta manera: no me gusta, para nuestra sensibilidad, no me gusta tanto tener que decir “hago publicidad”, “me muestro para atraer”: tenemos muchas cosas buenas, muchas; pero generalmente no las ponemos en un pedestal para decir que somos buenos. Entonces, lo que más vale, y tenemos algunas experiencias interesantes al respecto, sin duda sigue siendo el testimonio, simple. Puedo hablar de vida fraterna, puedo hablar de la relación con la gente, pero si después siempre estoy encerrado en mi casa... puedo hablar de eso muy bien, pero le falta eficacia. Mirando desde el otro lado, ni siquiera debemos tener miedo de proponer, de proponer; y a este respecto decir: “Ven, prueba…”.

El Señor llama, pero llama a través del hecho de que alguno de nosotros se proponga decir: "Ven y prueba". Por lo tanto son los dos ámbitos. Quizás no queriendo ser de los que, eso no nos importa. No vivimos para esto. Buscamos hacer las cosas bien. A veces nos equivocamos, pero también hay muy buenas reacciones. Por otro lado, este tipo de desconfianza aparece en algunas zonas de Europa, como decir "Si el Señor quiere, se las arregla... nosotros estamos tranquilos". ¡No es así como obra el Señor! El Señor obra, sin duda, pero pide nuestra colaboración. Por lo tanto también llamar y preparar los itinerarios, pensando en que ofrecemos, etc., este es el otro lado y tenemos que hacerlo a nuestra manera.

¿Cómo se ve a los hermanos ancianos en la Orden?

Ayer por la noche, durante la cena, discutían sobre la realidad aquí… tantos ancianos… sobre un cierto artículo del Estatuto de la Provincia o de las Elecciones en la Provincia, citando propiamente esta argumentación: “¡pero los jóvenes, pero los viejos… pero los jóvenes, pero los viejos!”. En mi experiencia, yo viví en muchas fraternidades, diversas fraternidades, también con muchos ancianos; pero yo siempre dije: ¡es una riqueza infinita! Realmente me cuesta percibir que existan divisiones: porque los jóvenes tienen una sensibilidad… los ancianos… ciertamente que en la medida que vamos adelante somos distintos, pero esta es una riqueza. Verdaderamente en mi vida encontré una riqueza… Antes de ser General, era guardián de una fraternidad donde había 25 hermanos, con 80,5 de edad media. ¡Nunca me encontré tan bien! Me hacía tantos servicios… claro de personas de ochenta, o más, por lo que no se puede ni siquiera… pero hacían tantos de aquellos bellos servicios… digo: “¡continuad así mientras podéis, hasta que podáis!”. Por lo que ¿qué pueden dar? ¡Dan una enormidad!

Cuando digo que el testimonio es lo más valioso… no lo sé en la vida de otros, pero en la vida personal de crecimiento también de nuestra vocación, el testimonio de los hermanos más ancianos que son sólidos en algunos valores, aunque con sus límites, quizás me educaron más que todos los educadores que tuve en mi vida. ¡¿No sé mi explico?! Porque luego, los educadores dicen, hablan, pero luego ese hablar debe ser concretizado en la vida concreta de la persona.

  • Compártelo!