Jesús.... háblanos de tu trayectoria como misionero.
Recuerdo un día de junio de 1981 en mi primera etapa de formación, escuchando con la boca abierta a un misionero llamado Alejandro Labaka, mientras iba pasando una serie de diapositivas con rostros y paisajes de la selva ecuatoriana.
Al acabar mis estudios de teología tuve dos experiencias significativas: la presentación de mi trabajo de fin de carrera sobre “La cristología de la teología de la liberación según Leonardo Boff”, y la invitación del ministro provincial para ir a Ecuador como misionero.
Desde hace 28 años estoy viviendo en Ecuador, en las tres zonas del país: sierra, costa y oriente; en varias responsabilidades pastorales, educativas, formativas y eclesiales; compartiendo vida con la gente sencilla campesina y urbana… y siempre aprendiendo, siempre sorprendido por lo que no había visto a tiempo y por lo que dije antes de tiempo…
Más que hablar de misionero, puedo hablar de un capuchino que ha tratado de vivir y compartir con muchas personas del Ecuador, ha sentido y participado de alegrías y sufrimientos de la gente y ha descubierto una forma propia de vivir el Evangelio.
¿Cuál es ahora tu actividad principal?
Actualmente vivo en Francisco de Orellana, comúnmente llamado Coca, en la Amazonía ecuatoriana, entre los ríos Coca, Payamino y Napo, afluente del Amazonas. Es una ciudad que va creciendo al ritmo del petróleo, los comerciantes, las instituciones gubernamentales, el turismo y la necesidad de labrarse un futuro en tierra inhóspita y promisoria.
Colaboro con la vida del Vicariato Apostólico de Aguarico apoyando las diversas instancias, soy el secretario del Vicariato, animo la vida de tres comunidades suburbanas y trato de ayudar en lo que se me pide, especialmente en la formación, comunicación y organización.
También formo parte de instancias de animación de vida religiosa a nivel provincial y nacional (equipo de reflexión teológica), y en la “Fundación Alejandro Labaka” que promueve la cultura y los derechos de los pueblos, especialmente de los no contactados.
En esta última época dedico bastante tiempo y esfuerzo a la “pastoral de la escucha”, de personas y familias con sufrimientos, y con necesidad de encontrar sentido y futuro a su vida.
¿Cómo es la necesidad en Aguarico?
Aguarico como Vicariato tiene muchas necesidades, aunque puedo resumirlo en tres: de misioneros/as, de visibilidad en la sociedad de Orellana y de significatividad pastoral en las comunidades.
Tenemos un “Plan Pastoral” actualizado, que ha servido desde hace sesenta y un años para orientar nuestra vida y actividad, así como el camino a seguir por los misioneros y misioneras que llegan nuevos a una realidad diferente.
Apenas somos cuatro sacerdotes diocesanos y 12 sacerdotes religiosos en todo el Vicariato, además de 56 misioneros/as religiosos y laicos que componen los seis equipos pastorales de Coca Urbana, Coca indígena, Aucas, Sachas, Pompeya y Nuevo Rocafuerte. Necesitamos más misioneros y misioneras religiosos/as, laicos o sacerdotes que compartan este camino eclesial.
Así como hace más de sesenta años el Vicariato asumió la misión de construir la sociedad civil y crear la iglesia local, hoy podemos asegurar que ha cumplido este objetivo en los campos de educación, salud, organización, conciencia civil… y que en la actualidad esta sociedad necesita menos del Vicariato. Pero sí podemos y debemos aportar mucho en los criterios de bien común, solidaridad, honestidad, organización, sentido de familia y otros muchos valores; no debemos perder visibilidad aunque no pretendemos tener ni brillo ni protagonismo.
Así como admiramos la labor misionera de nuestros hermanos y hermanas en la defensa de los derechos y dignidad de las comunidades indígenas, en la organización de las comunidades ante la avalancha del petróleo y de otras actividades extractivas… hoy necesitamos orientar nuestra labor misionera a los jóvenes que componen la mitad de la población, muchas veces desorientada; priorizar la conciencia colectiva por la biodiversidad sobre la explotación; y ofrecer caminos de integridad personal y cultural en un mundo agitado y desarticulado.
¿Qué se está haciendo en Aguarico para que la misión sea sostenible?.
En el Plan Pastoral tenemos la opción prioritaria por las vocaciones para el Vicariato, que está tratando de ejecutar la Comisión de Vocaciones, con mucha ilusión y muchas limitaciones.
Con los otros Vicariatos del Ecuador, presentes en el Oriente del país, existe un seminario misionero en Quito donde se están formando jóvenes con vocación sacerdotal, aunque el Aguarico apenas tiene un seminarista.
A través de información, invitaciones a los jóvenes confirmandos, animación en las eucaristías y otros encuentros de catequistas y animadores, convivencias mensuales y coordinación con las demás pastorales y comisiones… insistimos en la necesidad de nuestra Iglesia Local y mundial, así como en el regalo que Dios sigue haciendo a personas y comunidades concretas.
Con todo, sentimos la gran necesidad de buscar cauces nuevos, con creatividad y esperanza, que contribuyan a suscitar vocaciones, invitar a otros misioneros de diversos lugares del mundo y aumentar la participación activa y protagónica de los laicos y laicas.
Dedicamos mucho esfuerzo, reconocido a lo largo de la historia, en la formación y promoción de los laicos catequistas, animadores, dirigentes… que orienten y dirijan la vida de más de 303 comunidades, pero especialmente en los nuevos ambientes urbanos afectados por la movilidad, el afán de dinero, desarticulación familiar, necesidad de puestos de trabajo dignos y dignificados… caminando entre las calles de polvo o lodo y la tecnología, el sudor y la supervivencia.
¿Qué hace el gobierno por las poblaciones que atiendes en tu misión?
Es cierto que a lo largo de los años, especialmente desde la declaración de Orellana como provincia nº 22 del Ecuador, existe mayor presencia gubernamental en la vida de las poblaciones. Ya sea el gobierno central con el sistema de “Ecuador estratégico”, ya sea con la administración municipal o de la prefectura, existen algunas mejoras en infraestructuras, carreteras, agua potable y alcantarillado, educación… pero las necesidades de la población han aumentado más que la contribución gubernamental, a pesar de ser la principal provincia petrolera del Ecuador.
A pesar de mejorar en muchos aspectos, todavía hay mucha deficiencia en la atención de salud, seguridad, centros de cultura, control de delincuencia y narcolavado, etc. De este modo, hoy tenemos una población dividida entre partidarios de una u otra tendencia política, a favor o en contra del presidente de la República o la Alcaldesa o la Prefecta, con más necesidades que satisfacciones, y con la sensación de que Orellana es provincia para extraer riqueza más que un lugar para mejorar su estilo de vida.
Valoramos los esfuerzos gubernamentales por distribuir entre la población una parte de las rentas petroleras, pero el populismo democrático o la ineficiencia burocrática frena muchas de las iniciativas, publicitadas antes de ser ejecutadas.
¿Qué cualidades debe reunir un misionero de hoy?
Creo que las calidades del misionero de hoy y de siempre comienzan por su estabilidad personal y vocacional, continúa por la capacidad de trabajar en equipo y manejar la soledad y estar dispuesto a perder protagonismo para entregarse al acompañamiento de las comunidades con sencillez y fe.
Sí, creo que debe ser hombre y mujer de fe, entrega y “despretendido” de grandes proyectos. Una persona que no hace “turismo misionero” sino entrega indefinida a las personas, pueblos y culturas… tratando de “sembrarse” en la Amazonía.
Dicho esto, ya me gustaría a mí cumplir con algunos de estos criterios…, pero doy gracias a Dios porque sí existen hermanos capuchinos que encarnan estos valores, como lo acredita su vida y su entrega “arriesgando la vida por el Evangelio”: Camilo, Gamboa, Pastor, Mariano, Jesús Esteban, Juan Carlos, Cazcarro, Enrique, Angelito… y muchos más que no se pueden olvidar, aunque siempre tengamos más presente a Alejandro Labaka.
Quien lea este reportaje... ¿Cómo podría colaborar con tu misión?
Hay muchas maneras de ayudar, pero creo que la más significativa es el compromiso querido y concreto con las personas que viven cerca de nuestra casa, trabajo o barrio, especialmente con la gente que necesita ayuda.
El siguiente paso es acercarse a quien está más descuidado y excluido por una u otra razón. Acercarse al diferente, al que huele o viste mal, a quien no es tenido en cuenta… es un paso misionero.
Este paso de acercamiento al otro, se puede hacer con el diálogo, con el bolsillo, con las manos, con la oración, con la gestión… y también con quienes estamos más lejos aún. Para ello conviene tener más información acerca de la realidad que está viviendo nuestra gente, conocer algunos de los proyectos o actividades que estamos realizando en solidaridad y fe, y contribuyendo para apoyar algo que ya está en marcha o que estamos iniciando en Aguarico.
El primero y definitivo acto misionero es la relación fraterna. Mantengamos y fortalezcamos esta relación fraterna entre Aguarico y España, entre los capuchinos a las orillas del Napo y los que viven el carisma entre el Manzanares y el Ebro, o entre las sierras y la playa de la península. Ser misionero es salir de sí, acercarse al diferente, compartir las riquezas y necesidades… y descubrir las “semillas del Verbo” entre los demás…
Una anécdota que recuerdes con agrado...
¡Una anécdota…!. Sí, recuerdo que en octubre del año 1986, al llegar a la fraternidad misionera de Nuevo Rocafuerte, tras un viaje muy complicado desde Quito, pasando por Coca, celebramos con Manuel Amunárriz y Gregorio Rejas la “octava” del cumpleaños del gran misionero Camilo Mújica. Este hermano tan genial me pide que abra una botella de champán, que le regalaron hace unos días… y la abrí con sorpresa, expectación y mucho gusto… ¡a los tiempos champán…!, pero al quitar el tapón no hizo el mínimo ruido, y me doy cuenta que no es de corcho sino de plástico, y al probarlo se nota el sabor confuso a vino blanco, banano o algo difícil de definir. Y desde ese día, estoy traumado con el famoso champán Grand Duval que inventó con éxito un catalán llegado al Ecuador y que me ayudó a valorar aún más el vino y el champán de origen…
Y luego, en la conversación fraterna, nos recuerda que hay otras cosas fundamentales para la misión: linterna, navaja, Biblia, el kichua y un mosquitero… Consejo que tiene el valor de su vida entregada a los naporunas durante tantos años…
¿Qué te ha aportado a nivel personal la vida en misión?
Cuando hablo de mi “vida en misión” debería hablar de los 28 años en Ecuador en diferentes fraternidades y servicios. Sin embargo no puedo hablar demasiado de esa visión romántica de una misión llena de aventura, grandes privaciones, sufrimientos especiales, grandes obras de solidaridad o ejecutor de proyectos de desarrollo que puedan ser publicitados como heroicos en el primer mundo. Más que toda esta experiencia admirada y llena de mérito humano y cristiano, mi vida está recorrida por aspectos, actividades y proyectos sencillos, poco exitosos y menos espectaculares… simplemente tratar de hacer, de la mejor manera y con la mayor entrega, lo que se me ha encomendado por parte de mis superiores y lo que la gente ha demandado de una manera u otra. Simplemente.
Por lo dicho, puedo agradecer inmensamente a la gente sencilla, a mis hermanos capuchinos y a tantas personas con nombres y apellidos por su cariño, comprensión y cercanía… por haber creído que lo difícil es posible y por haber compartido sueños y realidades.
He aprendido a querer al Ecuador por la gente concreta, a valorar la riqueza de la tierra y culturas por lo que buscan incansablemente, a disfrutar de la ternura y de la fragilidad hasta entender la gratuidad, a luchar por las causas de Jesucristo y sus preferidos sin pensar en los resultados y a entender mucho mejor la Palabra de Dios que es palabra de vida y amor.
¿Qué debería preguntarte y no hice?...
Hay mucha gente que me pregunta si pienso volver a España a quedarme o si tiene sentido continuar en Ecuador, después de estos años. Y mi respuesta actual es que pienso seguir en Ecuador, no tengo previsto volver a España de manera definitiva, aunque sí de vacaciones y para estar con mi familia… y que de momento mi vida está en Ecuador.