Conozco a Guillermo en El Pardo. Estamos preparando la grabación de unas jornadas y nos echa una mano con los preparativos. Comenzamos con movimiento de cajas, cámaras, sillas y otros menesteres, y, para mi sorpresa, termina con una cámara en sus manos, pero, no nos deviemos y vamos a conocer un poco a este fraile de Perú matriculado en el curso de franciscanismo que ofrece anualmente la ESEF. Cuéntanos algo sobre ti Guillermo.
Paz y bien. Me es grato poder compartir estas líneas para ustedes. Soy un hermano Capuchino, pero creo que sobre todo soy un joven que me considero en constante búsqueda, con interrogantes sobre la vida y su admirable grandeza. He nacido en el Perú, en una ciudad que se llama Arequipa, ubicada al sur de mi país y está a 2335 metros de altitud, tenemos frío, pero también un sol incandescente. Arequipa para mi representa siempre mi hogar, aquel lugar al cual cada vez que regreso puedo reencontrarme con gran parte de mi existencia, de hecho cuando voy me gusta caminar por los lugares en que iba con mi familia o amigos, es una experiencia de encuentro con los momentos que más me han marcado y por lo cual siempre me siento agradecido.
En Arequipa he vivido 17 años. He compartido allí el tiempo con mi familia: mi mamá, mi papá, mi hermana, y luego mis tíos, primos, etc. Recuerdo las celebraciones que hacíamos por los cumpleaños en los que toda la familia nos reuníamos y empezaba el compartir: Por un lado, los adultos y su conversación sobre sus proyectos, trabajos, algunas dificultades y, por otro, los que en ese tiempo éramos niños con otro mundo paralelo pues no nos preocupabamos más que de jugar, correr, ensuciarnos y disfrutar del momento de diversión que teníamos. Hoy valoro mucho la importancia que ha tenido la experiencia familiar de la cual aún soy parte aunque ya de una forma diferente. Guardo gratos recuerdos también de las salidas con mis padres y mi hermana a algún parque a pasear, a comer, a sorprendernos de cosas nuevas que nunca había visto, entre otras cosas. Y bueno, durante mi infancia, además, he podido disfrutar mucho de lo gratuito, lo más humano. Me gustaba salir a jugar con mis amigos, al principio todos los fines de semana nos levantábamos temprano para poder ir a jugar a los parques y luego por las tardes solíamos llamarnos por medio de silbidos para jugar algo de fútbol o alguna otra cosa que se nos ocurriera. En este tiempo también aprendí a manejar bicicleta y hasta hoy es una de las actividades que más me gustan, junto a algunas otras.
Háblanos de Perú. ¿A qué te dedicas allí?
Como ya mencioné, actualmente soy miembro de la Orden de Hermanos Capuchinos. Ha sido un camino relativamente largo hasta el día de hoy. Y ya han pasado 10 años desde que decidí dar el primer paso para aclarar algunas dudas y preguntas que tenía sobre lo que Dios quería para mi vida.
Hoy aún tengo interrogantes y estoy seguro que es algo muy bueno…no me imagino sin ellas, sin embargo, lo que no cambia es el deseo y la decisión de acercarme más al seguimiento de Jesús. Y hoy lo puedo hacer a través del fascinante carisma franciscano.
En Perú inicie mi formación religiosa en la ciudad de Huánuco, luego en Caraz y finalmente Lima, que es la capital. Una de las fraternidades que tenemos allí se encuentra en el distrito de Chosica y es una casa de formación nuestra. Allí he vivido mis últimos 6 años. Durante ese tiempo he conocido a muchos hermanos de mi provincia y junto con el compartir de cada día y las distintas labores domésticas que hacemos podría decir que una de las últimas actividades que se me encargaron fue el cuidado de la biblioteca del convento. También tuve la oportunidad de acompañar algunas etapas de la catequesis y de estar con los jóvenes de la Juventud Franciscana. Por otro lado, en ese tiempo también he realizado los estudios de filosofía y teología en la universidad y algo que también recuerdo con alegría son las buenas experiencias vividas con la comunidad a la cual servimos. Hoy, cuando veo el camino que hasta ahora he podido realizar puedo constatar que el tiempo pasa de una forma acelerada. Aún recuerdo mis primeros días en el convento. Recuerdo a los hermanos que he conocido más de cerca y solo me queda decir ¡gracias!.
Explícanos ¿Qué estás haciendo ahora en España?
Cuando pienso en la respuesta a esta pregunta me sorprendo una vez más de poder estar aquí, es algo que ni pedí ni lo pensé.
Aquí me encuentro realizando una experiencia de vida y de estudios sobre el carisma franciscano. Por si aún no saben, y haciendo un poco de publicidad, aquí en Madrid está la Escuela Superior de Estudios Franciscanos. Totalmente recomendable, como dirían: 10 de 10. Bueno, aquí estoy, en El Pardo, un lugar naturalmente bello, y rodeado de sitios con mucha historia. De hecho, actualmente con la fraternidad de hermanos y hermanas que estamos realizando esta experiencia vivimos en un convento al cual llegaron por primera vez los capuchinos en 1612 y en el que está la imagen del Santísimo Cristo de El Pardo, que es una obra del famoso escultor Gregorio Fernández. Aquí, cada día y sobre todo en los fines de semana, vienen muchas personas con la intención de orar, visitar, conocer este lugar. Y ya que es un lugar rodeado de mucha vida, de mucha creación, es una buena opción para darse un respiro. Aquí ya dije la mitad de lo que hago pues contemplar el extenso bosque que rodea este convento, oír el canto de los pajarillos, caminar por las sendas fluviales y salir a manejar bici constituye una experiencia muy integral. La otra mitad, que es tan importante como la primera, la conforma el insustituible clima relacional en el cual realizamos los estudios de Franciscanismo. Aquí compartimos el día a día hermanos y hermanas de diversas partes del mundo. Por las aulas de la escuela hasta ahora se han presentado diversos hermanos y hermanas que desde su riqueza como personas y como excelentes profesores nos han instruido sobre el legado que Francisco y Clara nos han dejado como herencia. Aquí se va consolidando cada vez más nuestra identidad carismática por medio de los estudios en lo franciscano: Historia, pensamiento, actualidad y futuro. Mi formación consiste en todo lo que he mencionado, la vida y lo académico.
¿Qué has sacado de este curso? ¿Qué es lo más importante que te llevas?
Lo que más me ha marcado en estos meses es el panorama que tengo sobre lo que significa el carisma franciscano. Cuando llegué aquí conocía algo, pero ahora sí puedo afirmar que era muy poco. Yo llegué con expectativas, con preguntas que a lo largo de los meses he podido responder.
El compromiso que los hermanos tienen con la escuela hacen que las clases realmente puedan ser para cada uno de los estudiantes una opción académica seria para poder crecer más en lo que significa ser franciscano. Si tuviera que sintetizar lo que hasta ahora he podido aprender diría que lo que me llevo es sobre todo que el franciscanismo se trata de seguir a Jesús a través de un estilo de vida que avanza a contracorriente.
Aquí he aprendido con más claridad que seguir a Jesús como franciscano es saberse amado por Dios, saber que uno solo es lo que es ante Él. Y, por otro lado, es también aprender a encontrar a Dios en el hermano, en la relación, en el encuentro. Además, para mi hay una experiencia que ha significado como un abrir los ojos, y me refiero a lo que yo podría denominar como un tomar conciencia de mi estar en el mundo.
La relación con la creación es algo que hoy, a pesar de ser tan promovida, no es del todo explicada o definida. Aquí he aprendido a ver el cuidado de Dios en y por medio de cada creatura, aún la más grande y la más pequeña. Siento que la experiencia que he vivido está muy relacionada a lo que el salmista decía: “que admirable es tu nombre en toda la tierra”. Siempre se encuentran tesoros en la experiencia que Dios le regaló a Francisco de Asís a lo largo de su vida. Es muy bueno.
Guillermo, ¿Qué nos cuentas sobre tus aficciones?
Bueno, bueno, pues me gustan algunas actividades como la música, el básquet, la natación, el ciclismo, la lectura y la fotografía. Ahora bien, lo que yo considero que pueda ser una afición diría que es la edición de música. Cuando estaba en el colegio y fui a la parroquia, una de las cosas que más me llamaban la atención era el coro. Me llamaba la atención aprender a tocar algún instrumento y lo que hice fue presentarme el día en que hacían los ensayos. Creo que en ese momento inicié una relación más directa con la música. Conocí a grandes amigos que hoy recuerdo con gratitud. Ellos me ayudaron con el aprendizaje de la guitarra y luego fui aprendiendo a tocar el piano.
Durante el tiempo que estuve en la parroquia hasta que inicié el camino con los hermanos estuve apoyando en ese servicio principalmente. Ya en el convento, los últimos seis años pudimos implementar, con ayuda y trabajo junto a los hermanos, una pequeña sala de grabación en donde aprendí algunos aspectos más técnicos. Pudimos grabar algunas canciones que luego las usamos en el tiempo de la pandemia, en donde también hacíamos algunas transmisiones. Otra de mis aficiones es la lectura.
En este sentido valoro mucho el encuentro durante mi vida con distintas personas que comparten esta actividad y con hermanos que se dedican a la enseñanza o escritura y que a través de su ejemplo y testimonio me han motivado más a frecuentar los libros y la experiencia vital que se esconde detrás de cada oración, palabra. Finalmente, otra de las aficiones o actividades que realizo hoy es el ciclismo. Aquí en el convento un día por la tarde nos encontramos un almacén con algunas bicis que estaban con polvo pero en buen estado. Allí inició una nueva aventura. Usualmente salgo con Jone, un hermano capuchino muy bueno de Mozambique, salimos en busca de rutas nuevas para poder disfrutar el tiempo. ¡Es genial hacerlo!
¿Qué es lo primero que vas a hacer cuando vuelvas a Perú? Y, ¿a qué te vas a dedicar?
Lo primero que voy a hacer será ver a los hermanos. Recibir su afecto y poder compartirles la experiencia que he ido viviendo al mismo tiempo que me voy adaptando nuevamente a los horarios que tenemos.
Al mismo tiempo, seguro encontraré por allí nuevamente un plato de comida peruano y lo disfrutaré como alguien que lo valora. Cuando llegue a Perú estaré en la fraternidad en la que compartí 6 años de mi vida con mis hermanos y tendré que alistar nuevamente el equipaje ya que tengo un nuevo lugar al cuál me han destinado. Asi que toca revisar nuevamente todo lo que he ido acumulando para poder hacer que mi camino pueda ser más ligero, tanto en sentido material como en sentido espiritual. En fin, igual se que me espera un lugar con nuevas relaciones, nuevas oportunidades pero prefiero vivir cada día según lo que traiga. Creo que esto es lo importante. La vida puede cambiar siempre hasta en el instante que uno menos lo espera y está bien que sea así. Por eso, hoy doy gracias por la experiencia vivida y por cada día nuevo en el que puedo despertar y saber que tengo un día más por vivir, conocer y aprender.
¿Ha sido positiva la experiencia en el Pardo? ¿Cómo vas a poder aplicar los conocimientos adquiridos?
Si, esta experiencia que estoy realizando es muy valiosa para mí. Principalmente porque he crecido en el conocimiento del carisma franciscano. Hoy veo con más profundidad la experiencia de Francisco y de Clara. Pero es necesario reconocer que seis meses no son suficientes para hacer un curso a profundidad. Considero que la experiencia de estudios es intensiva y trata de abarcar un panorama amplio. Eso es bueno. Si quisiera explicarlo con alguna figura, diría que retornaré a mi país con las instrucciones o la guía de un mapa. Sé lo básico, lo principal y creo distinguir la ruta por la cual me tocaría ir. Una vez que acabe el curso, me tocará el reto de profundizar en los aspectos que llegue a discernir como más apremiantes para mi vida y desde allí también poder compartir lo que he asumido. El primero que debe aplicar estos contenidos soy yo mismo en mi vida, desde este punto de partida siento que puedo ir pensando luego en las dinámicas que vea convenientes sugerir o aplicar para promover más lo nuestro.
Otro aspecto por el cuál estoy convencido de la positividad de esta experiencia es la convivencia con hermanos y hermanas provenientes de otros países, de otras congregaciones y de diferentes edades. La misma dinámica de la vida ha hecho posible que podamos conocernos un poco más. Esto para mí significa también conocer otros puntos de vista, otras formas de pensar, otras formas de vivir el carisma que tenemos. Por último, para mi, esta experiencia es valiosa, además, porque he encontrado calor fraterno por parte de los hermanos que viven aquí y que nos han recibido con cordialidad desde el primer día. Sin su atención y responsabilidad creo que no lograríamos llegar al mismo punto.
¿Qué mensaje darías a quienes puedan sentir la vocación? ¿Cómo viviste tú esa experiencia?
Diría que, como un primer paso, puedan manifestar su sentir a alguna persona de confianza. El hablar con alguien de nuestros sueños, de nuestra intuición, de nuestro sentir, de nuestro llamado, nos acerca poco a poco a encontrar las respuestas que buscamos. Y no hay que olvidar que la oración es también la forma en la cuál podemos ir abriéndonos cada vez más a la experiencia del amor. Después, según lo que yo he podido experimentar también, se trata de ir tomando pequeñas o grandes decisiones para poder ir dando pasos.
Todos estamos llamados al seguimiento de Jesús porque estamos llamados al amor, a la felicidad. El camino en cada uno de nosotros no es igual pues todos tenemos una historia peculiar que nos ha modelado y por ese motivo cada vocación es un tesoro, es un universo y es un misterio. Así como Francisco fue entendiendo progresivamente a qué lo llamaba Dios, cada una de nuestras vidas son como la de Francisco, tienen inquietud, preguntas, curiosidad, ganas de buscar lo mejor. Solo si continuamos enfrentando los temores, si afrontamos los retos que tenemos, si dejamos nuestras seguridades y nos contemplamos en la manos de Dios podremos caminar con alegría y libertad. Bueno, eso es lo que yo también he vivido, vivo, y, Dios mediante, continuaré viviendo.
Y por último, si olvidé preguntar algo y quisieras reflejarlo…
Solo decir que estoy muy agradecido con Dios a través de mis hermanos en Perú por la oportunidad que me han dado. Y lo mismo para con los hermanos que he conocido aquí en España. Que Dios nos siga concediendo la frescura en el carisma que nos ha regalado.
Luis López