Ha fallecido fray Antonio Oteiza, capuchino, artista y hermano

Hoy, a las 7 de la mañana, ha partido a la Casa del Padre Antonio Oteiza Embil, fraile capuchino, escultor, pintor y misionero. Tenía 99 años. Nos deja el testimonio de una vida fecunda en vocación, arte y compromiso. Un hombre que, como san Francisco, convirtió el mundo en su claustro y la belleza en su forma de evangelizar.

Ha fallecido fray Antonio Oteiza, capuchino, artista y hermano


Nacido en San Sebastián el 26 de junio de 1926, fue el menor de siete hermanos, entre ellos el reconocido escultor Jorge Oteiza. Ingresó joven en la Orden Capuchina y fue ordenado sacerdote en 1953. Desde entonces, Antonio desplegó su vocación en dos frentes inseparables: el anuncio del Evangelio y la creación artística. “El arte me sirvió desde el primer momento para predicar el Evangelio”, solía decir.

Antonio fue un fraile trotamundos, “viajero sin equipaje”, como le gustaba llamarse. Misionó en Venezuela, Colombia, Perú, Brasil, Ecuador, Chile y las Islas Galápagos. Fue allí, en la selva y en la soledad, donde sus manos modelaron los primeros trozos de barro que acabarían dando forma a una de las trayectorias más singulares del arte sacro contemporáneo. Para él, el barro era “un ser universal, dúctil, en espera de nuestras manos”.

Su estilo, radicalmente expresionista, rompía con la imaginería dulzona del pasado. “El arte sacro tiene que remover por dentro —afirmaba—. El artista que tiene la apetencia de trascendencia rompe la materia, y aparece el grito, la sangre, la huella de Dios”.

Vivió en diferentes conventos capuchinos, donde continuó trabajando hasta muy entrado en edad. Allí pintaba en cartones humildes, porque, como él decía, “el cartón es seráfico, más pobre y a la vez más cercano”. Su producción es inmensa: miles de obras que recogen la vida de los santos, los oficios del pueblo, el Vía Lucis, los bestiarios de Francisco de Asís y la denuncia de las injusticias sociales. “Nada de lo humano le era ajeno”.

En los últimos años, su nombre quedó unido al del escultor Carlos Ciriza, con quien dio origen al futuro Museum Ciriza Oteiza, en Estella, en el Camino de Santiago. Antonio veía en este museo una esperanza: “Con la decisión de construir este museo veo que apoyan mi obra y que no quieren que caiga en el olvido. Mi vida como capuchino y como artista ha sido una misma. Hay una unidad”.

Quizás ninguna frase resuma mejor su itinerario que esta, salida de sus labios:
He seguido oyendo la voz imperiosa de Dios señalándome el estilo de mi peregrinaje por estos caminos […] Por lo menos, necesito saber que puedo caminar”.

Hoy, querido hermano Antonio, descansas en paz. Tu arte sigue caminando.

Funeral: martes 5 de agosto a las 12:00 h.
Iglesia: San Antonio de Cuatro Caminos
Calle Bravo Murillo, 150 (28020 Madrid)

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