Orar por las intenciones del Papa
Mayo: Por la formación de religiosas, religiosos y seminaristas.
Oremos para que crezcan en su camino vocacional a través de una formación humana, pastoral, espiritual y comunitaria, que les lleve a ser testigos creíbles del Evangelio.
Nuestro carisma como don.
62. La gratuidad está en el corazón de lo franciscano. Todo lo hemos recibido gratuitamente para que gratuitamente lo entreguemos (Mt 10, 8). El proceso formativo nos ayuda a reconocer agradecidos y a acoger con responsabilidad el don precioso de nuestra propia vida y vocación. Los dones no son para nuestro beneficio, sino para los otros. La consagración exige donarse al estilo de Jesús, que entregó su vida libre y generosamente por el bien de la humanidad (Jn 10,18). La fraternidad es el lugar primero de nuestra entrega, donde también nos hacemos responsables de los dones diversos de los hermanos (VidaFra 54)
63. La primacía del Bien ocupa el centro de la visión franciscana de la vida. Nuestro mundo, a los ojos de Dios, es bueno. Este optimismo creacional y antropológico, lejos de alimentar una posición ingenua frente a las sombras y dolores que el pecado origina, nos inserta de forma más plena en las entrañas de cuanto sucede, y nos invita a rescatar el bien que, sepultado por la injusticia, es propio de cada criatura y, en especial, del hombre. Nuestra vocación de hermanos se realiza consolidando y difundiendo el bien (Itin, VI; AlD 13)
64. Desear ser y vivir como Jesús en una fraternidad, en medio de nuestro mundo, en simplicidad y alegría, es el mayor Don recibido. Fraternidad y minoridad son nuestras señas de identidad (VII CPO 7): ser hermano de todos sin excluir a nadie, acoger de modo preferencial a los “menores” de nuestra sociedad; ser libre frente a cualquier tentación de poder; ser rico en afectos y sentimientos; vivir una sana tensión entre contemplación (lugar donde se fragua el deseo del Bien) y misión (lugar donde se comparten solidaria y gratuitamente los bienes recibidos) (CorriveauFrat 2). Nuestra forma de vida capuchina es un regalo de Dios a la Iglesia y al mundo.
(Ratio Formationis OFMCap)