Nuestra pequeña Vida, Nuestro Camino...
Un año más hemos realizado en el Colegio la actividad del Camino de Santiago con alumnos de 1º de Bachillerato. Hemos sido un total de 45 personas, 39 alumnos, 4 profesores y 2 monitoras. Comenzamos nuestra andadura el 22 de Enero y concluimos la actividad el 28 de Enero. La actividad se presenta siempre con muchas expectativas y buenos deseos, que unas veces se cumplen y en la mayoría de las veces se superan, pero no voy a ser yo quién os cuente como nos ha ido este año en el camino, va a ser una alumna que ha realizado la siguiente reflexión que lleva por título: “Nuestra pequeña vida y nuestro camino”.
“Hacer el Camino de Santiago te produce unas emociones y sensaciones que solo puedes experimentar realizándolo. Me resulta complicado transmitir con certeza todo lo vivido, dado que son unos sentimientos tan diferentes entre sí que nunca había experimentado y no sé cómo describirlos.
Comencé el Camino como una aventura o excursión en la que podía ver bellos paisajes, conocer a gente con la que no tenía mucha relación y disfrutar del aire libre. Pero cuando terminé me di cuenta de que no solo me había aportado eso, sino que me había hecho crecer como persona.
La experiencia del Camino me ha proporcionado valores que en ningún otro lugar los habría podido aprender. Me ha servido para reflexionar, retorcerme de dolor, de alegría, de tristeza. Me ha ayudado a darme cuenta de todas las personas que tengo a mi lado que están apoyando y me dan firmeza para seguir haciendo camino día a día. Me ha facilitado caer en la cuenta de la cantidad de amigos que tengo a mi lado y a reconocer que, sin ellos, no hubiera sido posible llegar a Santiago.
Para mí, el Camino ha significado mucho más que una experiencia. Ha sido como nuestra pequeña vida porque he sentido los momentos de subida y los momentos de bajada. Pero aún así, hemos conseguido superarnos día a día y alcanzar todas metas que nos forjábamos mientras estábamos caminando.
Durante el Camino, día a día, etapa a etapa, te propones una gran cantidad de objetivos. Seguramente el más repetido fue: tengo que llegar al albergue. Y te lo repites durante toda la etapa para conseguir esa fuerza que necesitas, kilómetro a kilómetro. Pero, a medida que pasan los días y tu meta se aproxima, cambias totalmente de mentalidad. En ese momento percibes una gran fuerza en tu interior que te ayuda a evadirte de todo el dolor que llevas acumulado en las piernas y sientes que la meta la tienes en tu propia mano, que no tienes límites, que vas a ser capaz de terminar de alcanzarla.
He vivido una sensación que no se me va a olvidar nunca: la entrada a Santiago, tras cinco etapas caminando, con 110 kilómetros que pesan en el cuerpo. Logramos sacar fuerza de nuestro interior. Conseguimos tener una sonrisa en nuestra cara que expresaba toda la felicidad que había supuesto realizar este gran recorrido. Y, una vez que fuimos conscientes de nuestra sonrisa, aceleramos el paso.
Empezamos a cantar como signo de la verdadera felicidad que brotaba en nuestro interior. Pero una vez que llegamos a la Plaza del Obradoiro y vimos la catedral ante nuestros ojos, todo ese esfuerzo lo expresamos en lágrimas. En estas lágrimas se reflejaba todo lo vivido, todo lo aprendido y todos los recuerdos que flotaban en nuestra cabeza.
En aquel momento, todos impactados, comenzamos a abrazarnos orgullos y agradecidos por lo que habíamos conseguido: nada menos que todos juntos hacer el Camino de Santiago. Ese viernes, en la Plaza del Obradoiro me di cuenta que para nosotros el Camino aún no había acabado. Puede que el camino físico sí. Pero no nuestro Camino, no nuestra convivencia, no nuestros sentimientos, no todo el cariño que nos tenemos unos a otros y, por supuesto, lo que no ha acabado es nuestro orgullo de haber formado parte de esta experiencia y de que todos y cada uno de nosotros hemos sido Peregrinos del Camino de Santiago.
Os he comunicado esta experiencia para agradeceros a todos vosotros, compañeros de curso, que hayáis formado parte de estos grandes momentos inolvidables, a todos los profesores y monitores que han hecho posible realizar esta gran actividad”.
Ana Fontán Carvajal
Alumna Colegio Sagrado Corazón
Capuchinos Madrid
Un año más hemos podido comprobar que si algún lugar en el mundo es propiamente franciscano, ése es el Camino de Santiago. Donde toda carga estorba, donde toda fraternidad es necesaria para seguir adelante.