San Antonio de Pamplona colabora con Milange y Aguarico
Además de las ayudas que realiza iglesia "san Antonio" de Pamplona para familias o personas necesitadas de la zona, nuestra comunidad cristiana también desea prestar su atención a personas y lugares lejanos a nosotros, pero siempre cerca de nuestro interés.
Somos ciudadanos del mundo, de la "casa común" que dice el Papa Francisco. Queremos ser "católicos", es decir, universales. Atentos a tender una mano a personas que pueden mejorar su vida con nuestra colaboración.
En los dos últimos años estamos apoyando pequeños proyectos educativos, sanitarios, culturales, en lugares tan diversos como Mozambique y Aguarico, éste en la selva amazónica ecuatoriana.
Milange (Mozambique)
El año 2004 cinco religiosas clarisas mexicanas y dos mozambiqueñas, fundaron un pequeño monasterio en una zona campesina africana. Viven en un rincón insignificante de África, un Distrito de la Provincia de Zambezia, llamado MILANGE, en Mozambique, el noveno país más pobre del mundo. Milange, cuenta con unos 22.000 habitantes.
Después de la independencia de Portugal en 1975, el país ha estado en guerra hasta 1992. Como consecuencia, además de la pobreza que traen las guerras, las escuelas no funcionaban en las zonas rurales. Hoy, en la mayoría de las aldeas sólo se puede estudiar hasta 7º curso, después tienen que buscar otros lugares para seguir sus estudios.
Las religiosas nos escribían: "Hemos visto que en esta situación dolorosa, quien más sufre las consecuencias, son las chicas, muchas veces, víctimas de abuso sexual, no faltan casos en que son los propios papás que obligan a las hijas a vender el propio cuerpo para conseguir un poco de dinero, se han dado situaciones en que, incluso las entregan a los traficantes de órganos".
Es este triste panorama que nos llevó a concebir la idea de construir una pequeña casa de acogida para ofrecerles hospedaje y todo lo necesario para su formación académica, humana, moral, técnica y espiritual.
En 2009, el proyecto se convirtió en realidad inaugurando el lugar que, llamamos “Santa Verónica” acogiendo el primer grupo de 11 jóvenes entre 8ª. y 12ª clase, cada año, las solicitudes de ingreso aumentan, el próximo curso admitiremos en “Casa Santa Verónica” hasta 30 jóvenes. Ni la casa ni nuestras posibilidades económicas dan para más.
Hasta ahora, los resultados han sido bastante positivos, las jóvenes que han concluido la 12ª. clase regresan al seno familiar y se desenvuelven en la sociedad de forma digna y madura. Con el 10º año pueden ser maestras rurales y con el 12º curso pueden acceder a la universidad; o con algunos cursos complementarios pueden ejercer de maestras.
Cultivamos la tierra principalmente el maíz que, junto con otras especies, es la base de la alimentación del mozambiqueño; se cuida también el cultivo de hortalizas, las mismas jóvenes, en la distribución del horario, destinan tiempo para el trabajo de la tierra. También reciben en casa cursos de Corte y Confección, bordado, manualidades, etc… todo aquello que les puede ayudar para el futuro.
Esta es la razón por la que necesitamos construir un salón multiusos que sirva de estudio, para recibir los cursos de costura, manualidades, biblioteca, etc… En este momento, la aspiración a contar con un mejor local ha sido cubierta. Pero sigue siendo necesaria la ayuda para gastos elementales de esa educación que las familias no pueden sostener.
Aguarico (Amazonía Ecuatoriana)
Desde el año 1952 hay capuchinos navarros en las selvas amazónicas ecuatorianas que limitan con Colombia y Perú. A esa misión se le llamó con el nombre de uno de sus ríos: AGUARICO.
Han pasado por allí, algunos murieron en ese lugar, decenas de misioneros, religiosos/as, pero también no pocos jóvenes laicos que nos acompañaron en el trabajo por unos meses, o unos años. Aunque ahora la iglesia local está compuesta mayoritariamente por agentes ecuatorianos, todavía está allí un pamplonica de obispo, Jesús Esteban Sádaba, y unos pocos capuchinos de esta tierra.
Aquella zona amazónica, que durante muchos años estuvo muy poco habitada y casi exclusivamente con indígenas selváticos, hace unos años cambió de rostro. La explotación petrolera ha transformado la región, su economía e incluso su población.
Desde aquí seguimos apoyando a los misioneros, sobre todo en los lugares de la selva profunda, allí donde no llegan todavía los servicios sociales, ni el eco del petróleo. Sostenemos obras como pequeños hospitales o dispensarios médicos en la selva; también ayudamos con materiales educativos o becas a familias indígenas que todavía no disponen de economía propia para ello.
Este año, por la urgencia en la ayuda a los afectados por el terremoto en Ecuador, no pudimos enviar la ayuda indispensable a estas gentes. Ojala que en la segunda parte de año encontremos aquí gente amiga que les tienda una mano.