Terremoto en Ecuador ¿Cómo afecta a la población más vulnerable?
Se han destruido los edificios con menor consistencia tanto antiguos como modernos. Naturalmente, la mayoría de ellos al pertenecer a gente pobre y pequeños comerciantes no han considerado las normas antisísmicas. Algunos hoteles –hasta 12– han quedado destruidos o colapsados. Los pobres tenían en su casita o piso los ahorros de su vida. Han quedado con lo puesto. Todos pasan la jornada, y la noche fuera, junto a sus casas destruidas esperando rescatar algunos enseres. No pueden entrar debido a las réplicas, algunas de fuerte intensidad.
La angustia mayor proviene por el futuro: ¿Dónde van a vivir? ¿Cuándo podrán tener una casa propia? Los comerciantes se preguntan: ¿En qué vamos a trabajar?
Uno de los peligros que se ciernen es el problema sanitario. Los presagios de dengue, epidemias, infecciones y otras enfermedades es evidente debido a los cuerpos en descomposición, más aún cuando la temperatura del trópico supera los 34 grados. Por esta razón, muchos cuerpos están siendo apilados e incinerados y otros son enterrados en fosas comunes, ya que los cementerios del lugar han colapsado.
Algunos psicólogos pronostican que, a partir de un par de meses, es muy posible sobrevenga una fuerte depresión en muchas personas. La pérdida de seres queridos, quedarse en la calle con lo puesto, la angustia por un futuro sin horizonte cercano, comienza a quebrar el espíritu y haciendo perder la esperanza.
En las celebraciones religiosas estremece ver con que unción se viven las Eucaristías al aire libre, ya que la mayoría de las Iglesias están cuarteadas gravemente.
El Arzobispo de Portoviejo, nos pide a los capuchinos: “¡Vengan hermanos capuchinos, les envío todas mis bendiciones. En esta total destrucción todos son muy necesarios!. Las puertas de la Arquidiócesis están abiertas para que ustedes acompañen espiritualmente, aliviando y consolando a las gentes”.
P. Rodolfo Erburu
Misionero Capuchino en Ecuador