En la cafetería, Alberto compartía mesa con Mateo Torres, director del Hogar Fray Leopoldo, y con Antonio Puerta, antiguo director médico. Tras presentarme a ambos y sin más prolegómenos, textualmente me dijo: “Rubén, la sociedad te ha dado mucho hasta hoy y ahora tienes la oportunidad de devolverle algo. Necesitan un proyecto para una nueva residencia de la Fundación Fray Leopoldo. No vas a ganar nada, si acaso agradecimiento”. Dicho así, quién decía que no. Acepté el encargo, sabiendo que Antonio Galisteo, mi compañero de estudio, hubiera respondido igual.
Han pasado diez años de aquella propuesta. Hoy es una realidad. Justamente ahora estamos finalizando los últimos detalles para ponerla en funcionamiento. En estos diez años nos han ocurrido muchas cosas. De la ilusión original pasamos al desánimo meses después, pues el solar que nos cedió el Ayuntamiento de Granada iba a revertirse, por la falta de confianza en el proyecto del anterior patronato de la Fundación.
Pero, como siempre, aparece la figura de Fray Leopoldo. Aterriza en Granada, procedente de Guatemala, el padre José Antonio Márquez. Se produce un cambio en los integrantes del patronato y es nombrado presidente del mismo. Y lo primero que hizo fue solicitar al Ayuntamiento de Granada mantener el compromiso adquirido con los terrenos en favor de la Fundación. A continuación, Fray Leopoldo le pone delante de sus ojos la dirección donde debía presentarse para obtener los fondos. Así lo hizo. Y así se ha hecho la residencia.
No obstante, hemos pasado por malos momentos, por incomprensiones, por problemas contrac-tuales, por agobios, pero el beato nos ha ayudado a superar todo. Y aún nos queda camino por recorrer, pero contamos con su ayuda y eso hace que no decaigamos nunca. Si la fe “mueve montañas”, cuando menos, “debe construir residencias para los más necesitados”, digo yo. Por eso, lo primero que encontramos al llegar al nuevo Hogar es la figura del Beato Fray Leopoldo, dando la bienvenida a la nueva casa “de los suyos”. Es la escultura más grande que de él se ha hecho. Porque aquí se ha hecho todo a lo grande, para disfrute de los que materialmente menos tienen. Pero más grande aún será la dignidad, la atención y el cariño que reciban.
La imagen, obra del escultor asturiano Ernesto Knorr, quiere representar un Fray Leopoldo abierto a todos y a todo. Por eso no es de una pieza, es de muchas. La ciudad se adentra por él, igual que penetra el cielo, y ambos confluyen dentro de él. Sus lecturas son tan diversas como los planos desde donde se le contemple. Si nos acercamos: la yuxtaposición de las piezas que lo conforman se interpreta como su desapego por lo material, la permeabilidad representa su accesibilidad, pero también vemos su protección, en esos ojos que nos siguen continuamente, o su atracción, en las piezas que conforman su barba y representan a los peregrinos que diariamente le invocan. Si nos separamos: contemplamos la grandeza única de su imagen bondadosa.
Conozcamos ahora el nuevo Hogar. El solar original cedido por el Ayuntamiento de Granada era de 8.206 m2 y se amplió con una zona verde adyacente de 2.495 m2, teniendo hoy un total de 10.701 m2. Sobre él se levanta la residencia para personas mayores en situación de dependencia y la unidad de estancia diurna, con un total de 8.819 m2 construidos. Dispuesta en varios niveles, adaptados al terreno, para absorber el fuerte desnivel. Los espacios libres y zonas verdes ocupan 8.138 m2.
El objetivo primordial de nuestro proyecto era transmitir alegría a los mayores. Y por ello se desarrolló en base a tres principios fundamentales: la luz, la orientación y las vistas. La luz debía entrarnos por todas partes; el hermano sol llegarnos a los rincones; y Sierra Nevada, Granada y su vega tenían que estar muy presentes.
Este nuevo Hogar tiene capacidad para acoger a 99 residentes permanentes y otros 50 ambulantes, con el centro de estancia diurna. Su distribución es de fácil identificación para los usuarios, espaciosa y lógicamente muy accesible, minimizando el importante desnivel existente en el solar.
La residencia agrupa 54 habitaciones, dispuestas en 3 plantas. Están conectadas verticalmente por tres núcleos de escaleras y dos ascensores, montacamas y montacamillas, con capacidad para 21 y 15 personas. Por planta se dispone de un control de enfermería en su zona central y un estar-comedor. Cada habitación está equipada con un baño adaptado para personas discapacitadas y cuenta con tomas de oxígeno y vacío por cama. Además de éstas, en la planta baja existen 9 habitaciones para residentes que requieren cuidados intermedios o de enfermería, con control médico independiente.
El Hogar contempla también áreas sanitarias, fisioterapeutas, hidroterapeutas, psico-terapeutas, culturales, formativas, espirituales y recreativas. Las dependencias complementarias como son la cafetería, la peluquería, la tienda, y sobre todo la capilla, se proyectaron para dar también servicio al barrio, con el fin de integrar nuestro equipamiento en él y fortalecer los vínculos entre ambos. La capilla podrá alternar su uso y ser utilizada como sala polivalente, para un tipo de actividades más selectas.
En los espacios exteriores además de zonas de estancia y recreo, se han dispuesto algunas áreas para desarrollar otras actividades, como son el parque saludable y los huertos familiares, que complementan los talleres previstos en el interior.
El resto está ocupado por espacios verdes, integrados por plantaciones representativas de la provincia de Granada, como son olivos, viñas, granados y plantas aromáticas, con el fin de aportar esencias y proteger de insectos otros sectores. En la zona de acceso rodado se ha previsto una franja de aparcamiento al aire libre con capacidad para 36 vehículos.
El conjunto está equipado con instalaciones de alta tecnología para el control, los accesos, la comunicación y la seguridad de los residentes.
Rubén Carrillo, Arquitecto