Hoy es San José de Leonisa

Estos son los datos básicos de la biografía de nuestro santo: Eufranio Desideri, que ese es su nombre de bautismo, nació en Leonisa (Rieti) el 8 de enero de 1556. El 3 de enero de 1572 ingresó en el noviciado de los Hermanos Menores Capuchinos en Asís, a pesar de la oposición de sus familiares que intentaron arrancarle del convento por la fuerza y se vieron vencidos por su decisión, su palabra y su actitud. Un año más tarde, 1573, emite la primera profesión, siendo ordenado sacerdote el 24 de septiembre de 1580. Recibe el título de predicador en 1581 y en 1587 es enviado como misionero a Constantinopla, donde sufrió el martirio del “gancho” (el reo era condenado a ser suspendido de un poste clavado de una mano y un pie hasta morir de hambre y de dolor). Liberado milagrosamente, regresó a Italia y consumió su vida en la predicación por el territorio de los Abruzos y la Umbría. Después de una larga enfermedad, falleció en el convento de Amtrice l 4 de febrero de 1612. Fue beatificado por Clemente XII (1737) y canonizado por Benedicto XIV (1748). Pío XII lo proclamó patrón de las misiones de Turquía (1952).

San José de Leonisa
Son los datos escuetos de una vida. Pero ¿qué se esconde detrás de ellos? Las siguientes palabras de un biógrafo resumen lo que encierran esas fechas: “Poco antes de ser ordenado sacerdote, en 1580, escribió en Perusa de su puño y letra, en latín, una oración programática en la que se encuentra ya todo el futuro santo: el amor de Dios y del prójimo que le hace anhelar el martirio, la sumisión humilde a la santa madre Iglesia, la confianza filial en la Virgen María, y la devoción singular al ángel de la guarda, a los santos ángeles y al Seráfico Padre san Francisco. Treinta y dos años más tarde, poco antes de morir, escribió tres largas cartas para reafirmar su fidelidad a la enseñanza de la Iglesia, porque “solo esta doctrina le garantizaba la seguridad de salvarse en la verdadera fe”. En esta fe de la Iglesia él practicó y vivió con decisión la opción fundamental del Evangelio de Jesús: “Evangelizar a los pobres”. Este es el trasfondo real e ideal en el que se coloca toda su biografía”. Síntesis de una vida en la que quedan señalados los fundamentos que la sostienen y las manifestaciones de la misma enseñando todo lo que encierra su corazón. Destaquemos tres aspectos de su biografía:
 
El secreto de este éxito, si se une al carácter indómito del personaje, hay que atribuirlo sobre todo a su íntima unión con Dios, cultivada en su espíritu con una vida de oración incesante. Es la “fuente de energía” en la que bebe lo que transmite a los demás. Era fiel a lo que aconsejaban las Constituciones a los predicadores: “Para que predicado a otros no se pierdan ellos, dejen de cuando en cuando el bullicio de los pueblos y vuélvanse a la soledad, donde con nuestro dulcísimo Salvador suban al monte de la santa oración y contemplación y en él estén hasta que, llenos de Dios, el ímpetu del espíritu Santo los mueva a derramar sobre el mundo la gracia divina”. 
 
De esa fuente de energía manaba lo que transmitía a los demás en la predicación. José de Leonisa fue, antes que nada, un predicador, un anunciador de la buena noticia, dedicándose especialmente a los sencillos, a los más necesitados de recibir el mensaje. Se le puede aplicar perfectamente lo que escribía Pablo VI: “Sensible a su deber de predicar la salvación a todos, sabiendo que el mensaje evangélico no está reservado a un pequeño grupo de iniciados, sino que está destinado a todos, la Iglesia hace suya la angustia de Cristo ante las multitudes errantes y abandonadas como ovejas sin pastor y repite con frecuencia su palabra: ‘Tengo compasión de la muchedumbre’” (EN 57). Esta dedicación le empujó a ofrecerse al Ministro General para ser enviado a la misión de Constantinopla donde se dedicó con gran entusiasmo a la atención de los cristianos prisioneros y esclavos y donde intentó convertir al mismo sultán, lo que le valió ser condenado, como hemos señalado, al suplicio “del gancho”.
 
El tercer aspecto destacable en su vida es su amor y dedicación los pobres, a los más necesitados por los que sentía una especial predilección. Son numerosos los casos que los biógrafos destacan de este aspecto de su vida. Solamente recordamos uno: Un día encuentra a un pobre mendigo, viejo y moribundo, tirado al borde del camino; lo carga a sus espaldas y, atravesando la ciudad, lo llevó hasta el convento donde cuidó de él con exquisita delicadeza. Conocía muy bien lo que había escrito san Juan: “Si alguno dice: ‘Amo a Dios’ y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve” (1Jn 4,20).
 
Más allá del espacio y del tiempo, san José de Leonisa no invita a hacer realidad lo que escribe el papa Francisco: “La primera motivación para evangelizar es el amor de Jesús que hemos recibido, esa experiencia de ser salvados por Él que nos mueve a amarlo más. Pero ¿qué amor es ese que no siente la necesidad de hablar del ser amado, de mostrarlo, de hacerlo conocer?” (EG 264).
 
Jesús González Castañón
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