Lunes 30º Semana Ordinario 2ª de salterio

Santos Simón, Judas Tadeo.

Primera lectura: Efesios 2, 19-22

Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles.
 


Salmo: 18, 2-3. 4-5

R/. Se difunde su sonido por toda la tierra.
 


Evangelio: Lucas 6, 12-19

En aquellos días, Jesús salió al monte a orar y pasó la noche orando a Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, escogió de entre ellos a doce, a los que también nombró apóstoles: Simón, al que puso de nombre Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago el de Alfeo, Simón, llamado el Zelote; Judas el de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor.
Después de bajar con ellos, se paró en una llanura con un grupo grande de discípulos y una gran muchedumbre del pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón. Venían a oírlo y a que los curara de sus enfermedades; los atormentados por espíritus inmundos quedaban curados, y toda la gente trataba de tocarlo, porque salía de él una fuerza que los curaba a todos.

 


Reflexión:

La fiesta de los apóstoles Simón y Judas recuerdan algo fundamental: Jesús “oró” esas vocaciones. Y, sin embargo, no todas cuajaron. ¿Se equivocó Jesús en su elección? No. Pero la llamada, aún la orada por Jesús, debe ser respondida con libertad y responsabilidad. Jesús llama y envía. La vocación es misión: no hay misión sin vocación, ni vocación sin misión. Y en esa elección solo es posible mantenerse desde la oración.
También nuestra vocación ha sido una vocación orada por Jesús. Como dijo a Pedro, también nos dice a nosotros: “pero yo he rogado por ti para que
tu fe no falle” (Lc 22,32). ¡Qué serenidad puede esto aportar a la vida! Sabernos orados a Padre por Cristo. Desde ahí, “aunque camine por cañadas oscuras, nada temo” (Sal 23,4); pues “¿quién podrá apartarnos del amor de Cristo?” (Rom 8,35). “Si Dios está por nosotros, ¿quién contra nosotros? (Rom 8,31).

 


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