Jueves 12ª semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

San Cirilo de Alejandría

Primera lectura: 2 Reyes 24, 8-17

Llevó deportados a Babilonia a Joaquín y a todos los hombres pudientes.
 


Salmo: 78, 1-2. 3-5. 8. 9

R/. Líbranos, Señor, haciendo honor a tu nombre.
 


Evangelio: Mateo 7, 21-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—No todos los que dicen: «Señor, Señor» entrarán en el reino de los cielos, sino los que hacen la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en el día del juicio:
«Señor, Señor, mira que en tu nombre hemos anunciado el mensaje de Dios, y en tu nombre hemos expulsado demonios, y en tu nombre hemos hecho muchos milagros».
Pero yo les contestaré:
«Ustedes me son totalmente desconocidos. ¡Apártense de mí, pues se han pasado la vida haciendo el mal!». Todo aquel que escucha mis palabras y obra en consecuencia, puede compararse a una persona sensata que construyó su casa sobre un cimiento de roca viva. Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa; pero no cayó, porque estaba construida sobre un cimiento de roca viva.
En cambio, todo aquel que escucha mis palabras, pero no obra en consecuencia, puede compararse a una persona necia que construyó su casa sobre un terreno arenoso. Vinieron las lluvias, se desbordaron los ríos y los vientos soplaron violentamente contra la casa que se hundió terminando en ruina total.
Cuando Jesús terminó este discurso, la gente estaba profundamente impresionada por sus enseñanzas, porque les enseñaba con verdadera autoridad y no como los maestros de la ley.

 


Reflexión:

Jesús advierte del peligro de la incoherencia existencial. El cumplimiento de la voluntad del Padre es el verdadero criterio de discerni miento. Lo otro -milagros…- puede ser mero espectáculo. El texto de- 1 Jn 2,3-6 es un excelente comentario a estas palabras de Jesús. Las palabras conclusivas del sermón del monte invitan a optar por materiales de calidad en la construcción de la casa; y ese material es la palabra del Señor: él es la roca viva sobre la que descansa la seguridad del verdadero edificio cristiano (Ef 2,20; 1 Cor 10,4). No basta el “Señor, Señor”; se requiere acoger al Señor realmente en la vida. Hay que ser discípulos desde dentro: la exterioridad confunde. Los planteamientos “litúrgicos” -“Señor, Señor”- nunca deben ir disociados de los compromisos “vitales” -“cumplirla voluntad del Padre”-.
 


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