Sábado 3ª semana Tiempo Ordinario 3ª semana del salterio
San Enrique de Ossó, Santa Ángela de Médici.
Primera lectura: 2 Samuel 12, 1-7a. 10-17
He pecado contra el Señor.
Salmo: 50, 12-13. 14-15. 16-17
R/. Crea en mí, oh Dios, un corazón puro.
Crea en mí, oh Dios, un corazón puro,
renueva en mi interior un espíritu firme.
No me alejes de tu presencia,
no apartes de mí tu santo espíritu. R/.
Devuélveme el gozo de tu salvación,
que un espíritu generoso me sostenga.
Yo enseñaré tus sendas a los malvados
y los pecadores regresarán a ti. R/.
Líbrame de verter sangre,
oh Dios, Dios que me salvas,
y mi lengua cantará tu justicia.
Señor, abre mis labios
y mi boca pregonará tu alabanza. R/.
Evangelio: Marcos 4, 35-41
Un día, al anochecer, Jesús dijo a sus discípulos:
—Vayamos a la otra orilla del lago.
Enseguida, dejando allí a la gente, lo llevaron en la barca tal como estaba. Otras barcas iban con él. De pronto, se levantó una gran tormenta de viento. Las olas azotaban la barca que comenzó a inundarse. Jesús, entretanto, estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal. Los discípulos lo despertaron, diciendo:
—Maestro, ¿no te importa que estemos a punto de perecer?
Jesús se incorporó, increpó al viento y dijo al lago:
—¡Silencio! ¡Cállate!
El viento cesó y todo quedó en calma. Entonces les dijo:
—¿A qué viene ese miedo? ¿Dónde está vuestra fe?
Pero ellos seguían aterrados, preguntándose unos a otros:
—¿Quién es este, que hasta el viento y el lago le obedecen?
Reflexión:
En tiempos de bonanza es fácil navegar. La fe es la capacidad de resistir en tiempos difíciles, cuando parece que Dios está ausente, aunque nunca lo está. Es más frecuente que nosotros nos ausentemos de él. Jesús no dijo “Id a la otra orilla” sino “Vamos a la otra orilla”. Él está con nosotros en nuestra travesía. “¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?”. Estas preguntas deberíamos recogerlas y confrontarnos con ellas, porque quizá hacemos el recorrido de la vida con una fe que es solo cultura religiosa, que se debilita ante cualquier prueba por el Evangelio. Por un lado, travesía, tempestad, desconcierto; por otro la serenidad de
Jesús, y su pregunta: ¿Por qué tenéis miedo? Con Jesús en nuestra barca no estamos dispensados de los peligros, pero su presencia nos hará fuertes. Él serenará los mares turbulentos. Lo peor es sentirse solos; no percibir su presencia.