Jueves Fiesta 3ª semana del salterio
Conversión de San Pablo
Primera lectura: Hechos 22, 3-16
Levántate, recibe el bautismo y lava tus pecados invocando el nombre de Jesús.
Salmo: 116, 1. 2
R/. Vayan ustedes al mundo entero y proclamen el Evangelio.
Evangelio: Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once discípulos y les dijo:
—Vayan por todo el mundo y proclamen a todos la buena noticia. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, será condenado.
Y estas señales acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios; hablarán en idiomas desconocidos; podrán tener serpientes en sus manos; aunque beban veneno, no les hará daño; pondrán sus manos sobre los enfermos y los curarán.
Reflexión:
Pablo derribado del caballo es uno de los tópicos que se ha impuesto para hablar de la conversión de Pablo. Ni los Hechos ni las Cartas de Pablo mencionan esa “caída”. Sí de cambios profundos, de “luz” (Hch 9,3), de “revelación” (Gál 1,16), aunque no haya uniformidad en los testimonios. Llama la atención la discreción de Pablo al respecto. El cambio producido en él no obedeció a una “evolución” de su pensamiento ni fue resultado de un desencanto; tampoco fruto del arrepentimiento de una vida de pecado, ni el cambio de un incrédulo a creyente. Pablo fue transformado no por un pensamiento, sino por un acontecimiento, el
encuentro con el Señor. Los análisis psicológicos no pueden aclarar ni resolver el problema. El cambio es fruto de la gracia (1 Cor 15,10) Es, más bien, una vocación. Fue “alcanzado por Cristo” (Flp 3,12). Pablo fue un perseguidor de Cristo perseguido y alcanzado por Cristo, a quien convierte en su proyecto vital.