Miércoles 16º semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio

San Francisco Solano, Santa Cristina.

Primera lectura: Jeremías 1, 1. 4-10

Te constituí profeta de las naciones.
 


Salmo: 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17

R/. Pregonará mi boca tu justicia, Señor.
 


Evangelio: Mateo 13, 1-9

Aquel día, salió Jesús de casa y fue a sentarse a la orilla del lago. Se reunió tanta gente en torno a él que decidió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la gente se quedaba en la orilla. Entonces Jesús comenzó a exponerles muchas cosas por medio de parábolas. Les decía:
—Una vez, un sembrador salió a sembrar. Al lanzar la semilla, una parte cayó al borde del camino, y llegaron los pájaros y se la comieron.
Otra parte cayó en terreno pedregoso, donde había poca tierra; y como la tierra no era profunda, la semilla brotó muy pronto; pero, apenas salió el sol, se quemó y, al no tener raíz, se secó.
Otra parte de la semilla cayó entre cardos, y los cardos crecieron y la ahogaron.
Otra parte, en fin, cayó en tierra fértil, y dio fruto: unas espigas dieron grano al ciento; otras, al sesenta, y otras, al treinta por uno.
Quien pueda entender esto, que lo entienda.

 


Reflexión:

Dios no discrimina: esparce su semilla en todos los terrenos, en el corazón de cada hombre. Sin embargo no en todos tiene la mis ma acogida. Hay corazones duros, superficiales, pero también loshay buenos. La misión del sembrador es sembrar, no juzgar ni excluir. Hay que cultivar el terreno para que la semilla generosamente esparcida por el Señor dé fruto. Y cultivar el propio, rechazando la tentación a entrar en el ajeno. La advertencia final de Jesús -“el que tenga oídos para oír, que
oiga”- es una invitación seria al discernimiento.

 


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