Miércoles 3ª semana Tiempo Ordinario 3ª semana del salterio

San Francisco de Sales.

Primera lectura: 2 Samuel 7, 4-17

Suscitaré descendencia tuya después de ti y afirmaré tu reino.
 


Salmo: 88, 4-5. 27-28. 29-30

R/. Mi bondad lo protegerá siempre.
 


Evangelio: Marcos 4, 1-20

En aquel tiempo, de nuevo comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. Y se le reunió tanta gente que decidió subir a una barca que estaba en el lago y sentarse en ella, mientras la gente permanecía junto al lago en tierra firme. Entonces Jesús se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas. Les decía en su enseñanza:
—Escuchen: Una vez, un sembrador salió a sembrar. Al lanzar la semilla, una parte cayó al borde del camino y llegaron los pájaros y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde había poca tierra; y como la tierra no era profunda, la semilla brotó muy pronto; pero en cuanto salió el sol, se agostó y, al no tener raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre cardos, y los cardos crecieron y la ahogaron sin dejarle que diera fruto. Otra parte, en fin, cayó en tierra fértil y germinóy creció y dio fruto: unas espigas dieron grano al treinta; otras, al sesenta; y otras, al ciento por uno.
Jesús añadió:
—Quien pueda entender esto, que lo entienda.
Cuando Jesús se quedó a solas, los que lo rodeaban, junto con los Doce, le preguntaron por el significado de las parábolas. Les dijo:
—A ustedes, Dios les permite conocer el secreto de su reino; pero a los otros, los de fuera, todo les llega por medio de parábolas, para que, aunque miren, no vean; y aunque escuchen, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados.
Y Jesús continuó:
—¿No comprenden esta parábola? Entonces, ¿cómo comprenderán todas las demás? El sembrador representa al que anuncia el mensaje. Hay quienes son como la semilla que cayó al borde del camino: 
escuchan el mensaje, pero luego llega Satanás y se lleva lo que ya estaba sembrado en ellos. Otros son como la semilla que cayó entre las piedras: oyen el mensaje y de momento lo reciben con alegría; pero no tienen raíces y son volubles; así que, cuando les llegan las pruebas o persecuciones a causa del propio mensaje, enseguida sucumben.
Otros son como la semilla que cayó entre los cardos: oyen el mensaje, pero los problemas de la vida, el apego a las riquezas y otras apetencias, llegan y lo ahogan de manera que no da fruto. Otros, en fin, son como la semilla que cayó en tierra fértil: oyen el mensaje, lo reciben y dan fruto al treinta, al sesenta o al ciento por uno.

 


Reflexión:

Nos hallamos ante una parábola clave y abierta a una lectura mati zada. Su sentido original parece ser la afirmación de que Dios no discrimina terrenos, mostrando así su llamada universal. Y que si no toda la semilla da fruto, la siembra no se perderá. La alegorización posterior supone un desplazamiento de la semilla a la tierra, y es una invitación al examen de conciencia personal y eclesial. La advertencia -“El que tenga oídos para oír…”-, es importante. La comprensión de su mensaje exige reflexión. No basta acogerlo “alegremente”, hay que interiorizarlo.
La parábola invita a una introspección para ver qué tipo de terreno somos; a la gratitud, porque Dios nos ha convertido en tierra de su siembra, y a la esperanza en la validez de la semilla. ¿Qué tipo de terreno soy? ¿Qué resistencia / acogida ofrezco a la palabra de Dios?

 


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