Lunes 4ª semana Tiempo Pascual

Santos Sotero, Cayo.

Primera lectura: Hechos 11, 1-18

Así pues, también a los gentiles les ha otorgado Dios la conversión que lleva a la vida.
 


Salmo: 41, 2-3; 42, 3. 4

R/. Estoy sediento de Dios, del Dios vivo.
 


Evangelio: Juan 10, 1-10

En aquel tiempo, dijo Jesús:
—Les aseguro que quien no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino por cualquier otra parte, es un ladrón y un salteador. El pastor de las ovejas entra por la puerta. A este, el guarda le abre la puerta y las ovejas reconocen su voz; él las llama por su propio nombre y las hace salir fuera del aprisco. Cuando ya han salido todas, camina delante de ellas y las ovejas siguen sus pasos, pues lo reconocen por la voz. En cambio, nunca siguen a un extraño, sino que huyen de él, porque su voz les resulta desconocida. Jesús les puso este ejemplo, pero ellos no comprendieron su significado.
Entonces Jesús les dijo:
—Les aseguro que yo soy la puerta del aprisco. Todos los que se presentaron antes de mí eran ladrones y salteadores. Por eso, las ovejas no les hicieron ningún caso. Yo soy la puerta verdadera. Todo el que entre en el aprisco por esta puerta, estará a salvo; entrará y saldrá libremente y siempre encontrará su pasto. El ladrón solo viene para robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos tengan vida, y la tengan abundante.

 


Reflexión:

Con estas imágenes Jesús revela aspectos de su identidad y estra tegias salvadoras. Es la en el redil de Dios. Y los que no entran por ahí, son salteadores. Lo puerta que legitima la entrada y la salidademás son atajos o asaltos indebidos estériles. “Nadie va al Padre sino por mí”. Él es también el pastor que preside el rebaño y que da vida, y vida abundante, su vida, por el rebaño. Hay que reconocer sus huellas, su voz… Él marca el camino, y es el Camino. Jesús es el buen pastor, pero no solo es el pastor, también es el “pasto”. Encarna y traduce aquel dicho: “El Señor es mi pastor…”, que no solo apacienta y conduce, sino que también alimenta, preparando una mesa (Sal 23, 5). Un pastor insatisfecho hasta que todas las ovejas formen parte de su rebaño; que se expone por ellas, que las personaliza y es reconocido personalmente. Jesús no es “gregario” ni quiere gregarismos.
 


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