Lunes Fiesta 7ª semana Tiempo Ordinario

San Bernardino de Siena

Primera lectura: Hechos 1, 12-14

Perseveraban en la oración junto con María, la madre de Jesús.
 


Salmo: Judit 13, 18bcde. 19

R/. Tú eres el máximo honor de nuestra raza.
 


Evangelio: Juan 19, 25-27

En aquel tiempo, junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:

«Mujer, ahí tienes a tu hijo».

Luego, dijo al discípulo:

«Ahí tienes a tu madre».

Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:

«Tengo sed».

Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:

«Está cumplido».

E, inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran.

Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
 


Reflexión:

Mujer ahí tienes a tu hijo; hijo, ahí tienes a tu madre”. Esas palabras forman parte del testamento de Jesús. La cruz es una nueva edición de Belén; es también una cuna. En Belén, Dios nació para nosotros; en la cruz, nosotros nacemos para Dios. En ambos momentos la madre era María. Desde la cruz tiene lugar de la segunda anunciación de su maternidad. “Ahí tienes a tu hijo”, es la gran tarea que se le encomienda. Y ella acepta, pronunciando de nuevo su “hágase en mí”. María, madre de los creyentes. En la cruz está muriendo su Hijo, y en su corazón están naciendo nuevos hijos, nosotros, hijos en el Hijo. “Ahí tienes a tu madre”. Es el gran legado de Jesús a la Iglesia y a la humanidad. Y nosotros, frecuentemente lo ignoramos. María entra en el Evangelio como la Madre del Hijo de Dios, Jesucristo, y sale del Evangelio como nuestra Madre, la madre de los hijos de Dios. María es todo y solo Madre.
 


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