Miércoles 11ª semana Tiempo Ordinario 3ª de salterio

San Romualdo.

Primera lectura: 2 Reyes 2, 1. 6-14

De pronto, un carro de fuego los separó, y subió Elías al cielo.
 


Salmo: 30, 20. 21. 24

R/. ¡Manténganse firmes, sigan con ánimo
cuantos en el Señor tienen esperanza!

 


Evangelio: Mateo 6, 1-6. 16-18

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—Cuídense de hacer el bien en público solo para que la gente los vea. De otro modo, no recibirán recompensa del Padre que está en los cielos. Por eso, cuando socorras a algún necesitado, no lo pregones a bombo y platillo, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que la gente los alabe. Les aseguro que esos ya han recibido su recompensa.
Cuando socorras a un necesitado, hazlo de modo que ni siquiera tu mano izquierda sepa lo que hace tu derecha. Así tu buena obra quedará oculta y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
Cuando oren, no hagan como los hipócritas, que son muy dados a orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para que todo el mundo los vea. Les aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando ores, métete en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está allí a solas contigo. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
Cuando ayunen, no anden por ahí con cara triste, como hacen los hipócritas, que ponen gesto de lástima para que todos se enteren de que están ayunando. Les aseguro que ya han recibido su recompensa.
Tú, por el contrario, cuando quieras ayunar, lávate la cara y perfuma tus cabellos, para que nadie se entere de que ayunas, excepto tu Padre que ve hasta lo más secreto. Y tu Padre, que ve hasta lo más secreto, te recompensará.

 


Reflexión:

Jesús llama a la intimidad y a la interioridad. La práctica de la caridad, de la oración, de la penitencia no debe ser “ruidosa”. Vivir ante Dios en medio del mundo, ese debe ser el espacio vital del cristiano. Vivir en el mundo, sin ser del mundo. El testimonio cristiano no debe obedecer a intereses espúreos ni artificiales, sino que debe ser transpiración natural y sencilla de la verdad de Dios en su vida. Cuando san Pablo habla de que somos espectáculo (1 Cor 4,9) no quiere decir que debamos dar espectáculo con nuestra vida, sino vivir de tal manera que los hombres al ver nuestra conducta den gloria a nuestro Padre que está en el cielo (Mt 5,16). El discípulo es invitado a vivir en la presencia de Dios, bajo su mirada, no escenificando ni publicitando su vida. La verdad está en el interior, y de ese interior saldrá la verdad.
 


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