Lunes Ordinario 33ª Semana 3ª de Salterio

Santa Isabel de Hungría.

Primera lectura: Eclo 26,1-3. 19-24;

Dichoso el marido de una mujer buena, el número de sus días se duplicará. Mujer valerosa es la alegría de su marido, él vivirá en paz todos los años de su vida. Una mujer buena es una herencia valiosa que toca en suerte a los que temen al Señor.

Hijo mío, conserva intacta la flor de tu juventud y no entregues tu vigor a extrañas. Busca una parcela fértil en tu país y siembra tu grano confiando en tu descendencia. Así los retoños que te sucedan prosperarán contentos de su estirpe. Una mujer que se vende es despreciable, una casada es torre de muerte para sus amantes. Al pecador le tocará en suerte una mujer impía; al que teme al Señor, una piadosa. Mujer desvergonzada vive en la deshonra, joven virtuosa hasta con el marido es modesta.


Salmo: Sal 30,4-5. 8-9. 20. 24-25;

Tú que eres mi roca y mi baluarte; por tu nombre dirígeme y guíame: sácame de la red que me han tendido, porque tú eres mi amparo.

 Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. Te has fijado en mi aflicción, velas por mi vida en peligro; no me has entregado en manos del enemigo, has puesto mis pies en un camino ancho. 

Qué bondad tan grande, Señor, reservas para los que te temen, y concedes a los que a ti se acogen a la vista de todos

 

Amad al Señor, fieles suyos; el Señor guarda a sus leales, y a los soberbios los paga con creces. Sed fuertes y valientes de corazón los que esperáis en el Señor.


Evangelio: Mt 25, 31-40.

«Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?”. Y el rey les dirá: “En verdad os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis”.


Reflexión:

Santa Isabel de Hungría fue una mujer intensa; muere a los 24 años, dejando una profunda huella de humanidad y santidad. Destacan en ella tres rasgos: el desprendimiento, invirtiendo todas sus posesiones a favor de los pobres, abrazando ella personalmente una vida de altísima pobreza; su misericordia con los más necesitados, abriendo su corazón para  acoger a los más abandonados de la vida; y su alta vida de oración y espíritu de penitencia. Pasó por esta vida como un meteoro luminoso y esperanzador. Como el Señor, Isabel pasó haciendo el bien. Su santidad fue una novedad rica en matices. Desde entonces ya no fueron solamente las mártires o las vírgenes las elevadas al honor de los altares, sino también las esposas, las madres y las viudas. Que todo eso fue santa Isabel. Es patrona de la IIIª Orden Franciscana.


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