Viernes Ordinario 28ª Semana 2ª de Salterio
San Ignacio de Antioquía.
Primera lectura: Rom 4,1-8;
Hermanos: ¿Qué diremos, pues, que obtuvo Abrahán, nuestro padre según la carne? Si Abrahán fue justificado en virtud de las obras, tiene un timbre de gloria, pero no delante de Dios; pues, ¿qué dice la Escritura? Abrahán creyó a Dios y le fue contado como justicia. A alguien que trabaja, el jornal no se le cuenta como gracia, sino como algo debido; en cambio, a alguien que no trabaja, sino que cree en el que justifica al impío, la fe se le cuenta como justicia. Del mismo modo, también David proclama la bienaventuranza de aquel a quien Dios le cuenta la justicia independientemente de las obras. Bienaventurados aquellos a quienes se les perdonaron sus maldades y les sepultaron sus delitos; bienaventurado aquel a quien el Señor no le ha contado el pecado.
Salmo: Sal 31,1b-2. 5. 11;
R/. Tú eres mi refugio, me rodeas de cantos de liberación.
Dichoso el que está absuelto de su culpa, a quien le han sepultado su pecado; dichoso el hombre a quien el Señor no le apunta el delito y en cuyo espíritu no hay engaño. R/.
Había pecado, lo reconocí, no te encubrí mi delito; propuse: «Confesaré al Señor mi culpa», y tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Alégrense, justos, y gocen con el Señor; aclámenlo los de corazón sincero. R/.
Evangelio: Lc 12,1-7.
Mientras tanto, miles y miles de personas se agolpaban hasta pisarse unos a otros. Jesús empezó a hablar, dirigiéndose primero a sus discípulos: «Cuidado con la levadura de los fariseos, que es la hipocresía, pues nada hay cubierto que no llegue a descubrirse, ni nada escondido que no llegue a saberse. Por eso, lo que digáis en la oscuridad será oído a plena luz, y lo que digáis al oído en las recámaras se pregonará desde la azotea. A vosotros os digo, amigos míos: no tengáis miedo a los que matan el cuerpo, y después de esto no pueden hacer más. Os voy a enseñar a quién tenéis que temer: temed al que, después de la muerte, tiene poder para arrojar a la gehenna. A ese tenéis que temer, os lo digo yo. ¿No se venden cinco pájaros por dos céntimos? Pues ni de uno solo de ellos se olvida Dios. Más aún, hasta los cabellos de vuestra cabeza están contados. No tengáis miedo: valéis más que muchos pájaros.
Reflexión:
Jesús advierte a los discípulos contra la hipocresía. El hipócrita es un ser sin verdad personal y sin pasión por la verdad. Vive en un camuflaje permanente, es estructuralmente embustero, exigente y cobarde, porque teme a ser él mismo y a aparecer como es. En la hipocresía se puede vivir y hasta morir, pero al final todo será descubierto. Es flor marchita. Seremos juzgados por nuestra verdad no por nuestra apariencia, y Dios no mira la apariencia sino al corazón. Jesús la denuncia con fuerza e invita a sus discípulos a ser valientes. “¿Por qué tenéis miedo?” ¿A qué o de qué tenemos miedo? E invita a confiar en la Providencia, que no es confiarse a la suerte, sino al plan de Dios sobre cada uno; a poner la vida en sus manos, que son las mejores.