Miércoles 2ª semana Tiempo Ordinario 2ª semana del salterio

San Antonio Abad

Primera lectura: 1 Samuel 17, 32-33. 37. 40-51

Venció David al filisteo con una honda y una piedra.
 


Salmo: 143, 1. 2. 9-10

R/. Bendito el Señor, mi fortaleza.
 


Evangelio: Marcos 3, 1-6

En aquel tiempo, Jesús entró otra vez en la sinagoga. Había allí un hombre que tenía una mano atrofiada, y los que estaban buscando un motivo para acusar a Jesús se pusieron al acecho a ver si, a pesar de ser Sábado, lo curaba. Jesús dijo al hombre de la mano atrofiada:
—Ponte ahí en medio.
Luego preguntó a los otros:
—¿Qué es lo que se permite en Sábado? ¿Hacer el bien o hacer el mal? ¿Salvar una vida o destruirla?
Ellos callaron. Al verlos tan obcecados, Jesús les echó una mirada, enojado y entristecido al mismo tiempo, y dijo al enfermo:
—Extiende la mano.
Él la extendió y la mano recuperó el movimiento.
Los fariseos, por su parte, y los del partido de Herodes, se reunieron,
al salir, para tramar el modo de matar a Jesús.

 


Reflexión:

La actitud de los fariseos apenó profundamente a Jesús, que con ira manifiesta (Mc 3, 5). No resulta fácil de encajar esta mirada en quien se manso de corazón (Mt 11, 29), declara bienaventurados los miró los mansos (Mt 5, 4) y prohíbe airarse contra su hermano (Mt 5, 22) y, sin embargo, es una mirada de Jesús, real y evangélica. No es la ira del arrebato irracional, sino la del dolor por la ausencia de compasión y de humanidad, camuflada de observancias religiosas. Una mirada que expresa la decepción por unos guías ciegos (Mt 23, 16), que no solo confunden a Dios, sino que lo deforman, y no comprenden que la gloria de Dios es que el hombre viva. Una mirada que no pertenece solo a aquel pasado, sino que ha de ser contemplada hoy, porque quizá aún participemos de aquella dureza de corazón que, Jesús, apenado, descubrió en sus contemporá- neos. ¡Una mirada real aunque, esperamos, no definitiva!
 


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