Lunes 24º semana Tiempo Ordinario 4ª de salterio
Santos Cornelio, Cipriano.
Primera lectura: 1 Corintios 11, 17-26
Si hay divisiones entre vosotros, eso no es comer la Cena del Señor.
Salmo: 39, 7-8a. 8b-9. 10. 17
R/. Proclamen la muerte del Señor, en espera de que él venga.
Evangelio: Lucas 7, 1-10
En aquel tiempo, cuando Jesús acabó de hablar a la gente que lo escuchaba, entró en Cafarnaún.
El asistente de un oficial del ejército romano, a quien este último estimaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir. El oficial oyó hablar de Jesús y le envió unos ancianos de los judíos para rogarle que fuera a curar a su asistente. Los enviados acudieron a Jesús y le suplicaban con insistencia:
—Este hombre merece que lo ayudes, porque ama de veras a nuestro pueblo. Incluso ha hecho construir a sus expensas una sinagoga para nosotros.
Jesús fue con ellos. Estaba ya cerca de la casa, cuando el oficial le envió unos amigos con este mensaje:
—Señor, no te molestes. Yo no soy digno de que entres en mi casa. Ni siquiera me he creído digno de presentarme personalmente ante ti. Pero una sola palabra tuya bastará para que sane mi asistente. Porque yo también estoy sujeto a la autoridad de mis superiores, y a la vez tengo soldados a mis órdenes. Si a uno de ellos le digo: «Vete», va; y si le digo a otro: «Ven», viene; y si a mi asistente le digo: «Haz esto», lo hace.
Al oír esto, Jesús quedó admirado de él. Y dirigiéndose a la gente que lo seguía, dijo:
—Les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado una fe tan grande como esta.
Y cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron curado al asistente.
Reflexión:
La actitud de aquel militar pagano admiró a Jesús: “En ningún israe lita he encontrado tanta fe (Mt 8,11). Y no es éste el único botón de muestra. Una mujer pagana se acerca a Jesús con una petición desgarradora (Mt 15,22). Jesús se hace el huidizo; casi la provoca con un desaire. La mujer, que es madre, no se rinde ni se ofende. Y Jesús se entrega: “¡Qué grande es tu fe, mujer!” (Mt 15,28). Sin olvidar que la primera profesión de fe en el crucificado fue la de un centurión romano: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Mc 15,39). A Jesús le impresionó y casi desarmó la “fe” de estos “no creyentes” oficiales; al tiempo que le decepcionó profundamente la falta de fe de tantos “creyentes de oficio”. En su propio pueblo “se extrañó de aquella falta de fe” (Mc 6,6). ¿Qué es creer? Dios es más que un dogma, y la fe más que una teoría.