Martes 3ª semana Tiempo Pascual
San Benito de Labre, Santa Engracia
Primera lectura: Hechos 7, 51—8, 1a
Señor Jesús, recibe mi espíritu.
Salmo: 30, 3cd-4. 6ab y 7b y 8a. 17 y 21ab
R/. A tus manos, Señor, encomiendo mi vida.
Evangelio: Juan 6, 30-35
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús:
—¿Cuáles son tus credenciales para que creamos en ti? ¿Qué es lo que tú haces? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo.
Jesús les respondió:
—Yo les aseguro que no fue Moisés el que les dio pan del cielo. Mi Padre es quien les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da, baja del cielo y da vida al mundo.
Entonces le pidieron:
—Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les contestó:
—Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí, jamás tendrá hambre; el que cree en mí, jamás tendrá sed.
Reflexión:
Los judíos, una vez más, piden a Jesús que muestre sus credenciales para creer en él. Dios Padre, les dice, es quien le acredita. Él es la “obra de Dios” y supera cualitativamente a Moisés: él es el auténtico y definitivo mediador y el verdadero Pan de vida, que desciende del cielo y conduce al cielo. Un pan que frecuentemente no discernimos sino que lo confundimos con otros “panes”. Buscador del “maná”, el hombre muchas veces equivoca el verdadero alimento. El maná del éxito, del poder, del placer, del dinero…, no sacian el hambre y, además, estropean el gusto. Jesús lo dice sin tapujos: él es el verdadero “maná”. Y nosotros debemos creerlo y pedirle con sinceridad: “Señor, danos siempre de ese pan”. Pero, ¿Tenemos realmente hambre de ese pan? ¿O no nos contentamos consucedáneos? Alimentar la vida con Cristo es la condición para tener “vidaplena” (Jn 10,10) y eterna.