Martes Santo, Feria 4ª de Salterio
San Damián de Veuster, Santa Basilisa
Primera lectura: Is 49,1-6;
Escúchenme, islas; atiendan, pueblos lejanos: estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo, de quien estoy orgulloso». Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajera a Jacob, para que le reuniera a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra».
Salmo: Sal 70,1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17;
R/. Mi boca contará tu salvación, Señor.
A Ti, Señor, me acojo: no quede yo derrotado para siempre. Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo, inclina a mí tu oído y sálvame. R/.
Sé Tú mi roca de refugio, el alcázar donde me salve, porque mi peña y mi alcázar eres Tú. Dios mío, líbrame de la mano perversa. R/.
Porque Tú, Señor, fuiste mi esperanza y mi confianza, Señor, desde mi juventud. En el vientre materno ya me apoyaba en Ti, en el seno Tú me sostenías. R/.
Mi boca contará tu justicia, y todo el día tu salvación. Dios mío, me instruiste desde mi juventud, y hasta hoy relato tus maravillas. R/.
Evangelio: Jn 13-21-33. 36-38.
En aquel tiempo, estando Jesús a la mesa con sus discípulos, se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: «En verdad, en verdad les digo: uno de ustedes me va a entregar». Los discípulos se miraron unos a otros perplejos, por no saber de quién lo decía. Uno de ellos, el que Jesús amaba, estaba reclinado a la mesa en el seno de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que averiguara por quién lo decía. Entonces él, apoyándose en el pecho de Jesús, le preguntó: «Señor, ¿quién es?». Le contestó Jesús: «Aquel a quien yo le dé este trozo de pan untado». Y, untando el pan, se lo dio a Judas, hijo de Simón el Iscariote. Detrás del pan, entró en él Satanás. Entonces Jesús le dijo: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto». Ninguno de los comensales entendió a qué se refería. Como Judas guardaba la bolsa, algunos suponían que Jesús le encargaba comprar lo necesario para la fiesta o dar algo a los pobres. Judas, después de tomar el pan, salió inmediatamente. Era de noche. Cuando salió, dijo Jesús: «Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con ustedes. Me buscarán, pero lo que dije a los judíos se lo digo ahora a ustedes: “Donde yo voy no pueden venir ustedes”». Simón Pedro le dijo: «Señor, ¿adónde vas?». Jesús le respondió: «Adonde yo voy no me puedes seguir ahora, me seguirás más tarde». Pedro replicó: «Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por ti». Jesús le contestó: «¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces».
Salmo:
Última Cena con los discípulos. Jesús es consciente de la situación, y está dispuesto a afrontarla. Entre ellos estaba el traidor, y Jesús se lo advierte. No lo descubre públicamente, pero sí le ofrece señales, que Judas no percibió o no quiso percibir. Ya ausente Judas, Jesús se explaya y les advierte de que ha llegado su “Hora”, la plenitud de su vida: su muerte y resurrección. Les habla de un período de ausencia, pero los discípulos no entienden nada. Pedro se declara dispuesto a morir por Jesús, antes de que Jesús muriera por él, y esto algo imposible. Las negaciones mostrarán su fragilidad. ¿En estos dos discípulos podemos reconocernos: en Judas, el infiel, y en Pedro que sobreestima sus posibilidades, olvidando que “sin mí no podéis hacer nada”? (Jn 15,5). ¿Entendemos nosotros algo?