Lunes Ordinario 28ª Semana 4ª de Salterio
San Eduardo, Beato Onorato Kozminski (M)
Primera lectura: Rom 1,1-7;
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para el Evangelio de Dios, que fue prometido por sus profetas en las Escrituras Santas y se refiere a su Hijo, nacido de la estirpe de David según la carne, constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos: Jesucristo nuestro Señor. Por él hemos recibido la gracia del apostolado, para suscitar la obediencia de la fe entre todos los gentiles, para gloria de su nombre. Entre ellos os encontráis también vosotros, llamados de Jesucristo. A todos los que están en Roma, amados de Dios, llamados santos, gracia y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Salmo: Sal 97,1bcde. 2-3ab. 3cd;
R/. El Señor da a conocer su victoria.
Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. /R.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. /R.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. /R.
Evangelio: Lc 11,29-32.
Estaba la gente apiñándose alrededor de él y se puso a decirles: «Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del hombre para esta generación. La reina del Sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen; porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás.
Reflexión:
A quienes pedían signos Jesús, responde que él es el “signo”, signo de contradicción, ante el que tendrán que descubrirse los pensamientos de los hombres (Lc 2,33-35). A sus contemporáneos, que no le aceptan ni reconocen, contrapone a los paganos que en el pasado reconocieron la sabiduría de Salomón y la predicación de Jonás, Y él es más que Salomón y que Jonás. En él se nos manifiesta la Sabiduría de Dios (1 Cor 1,24), “una sabiduría misteriosa, escondida” (1 Cor 2,7). Pues “mientras los judíos piden signos y los griegos sabiduría, nosotros predicamos a Cristo crucificado” (1 Cor 1,22.23). Jesucristo es el signo, el sacramento de Dios, y ante él también hemos de descubrirnos y pronunciarnos. A veces, equivocadamente, pedimos signos a Dios, pero Dios no va a darnos otro signo que el ya dado, Cristo.