28º Domingo Ordinario 4º de salterio

San Eduardo, San Serafín de Montegranario.

Primera lectura: Sabiduría 7, 7-11

Lectura del libro de la Sabiduría
Supliqué a Dios y me concedió prudencia; le rogué y me dio el espíritu de la sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos y en nada tuve a la riqueza al compararla con ella.
Ni aun la más preciosa joya puede igualarla; todo el oro a su lado es un puñado de arena, junto a ella la plata es como el barro.
La amé más que a la salud y la belleza, la escogí para tenerla como luz, porque su resplandor no se pierde en el ocaso.
Todos los bienes me vinieron con ella y en sus manos había riquezas incontables.

 


Salmo: 89, 12-13. 14-15. 16-17

R/. Cólmanos de tu amor por la mañana, Señor,
para que cantemos alegres toda la vida.
Enséñanos a contar nuestros días
y tendremos así un corazón sabio.
Vuélvete, Señor, ¿hasta cuándo?
¡Apiádate de tus siervos! R/.
Cólmanos de tu amor por la mañana,
para que cantemos alegres toda la vida.
Alégranos tanto como días nos afligiste,
como años conocimos el mal. R/.
Que se muestre a tus siervos tu obra
y a tus hijos tu esplendor.
Que descienda sobre nosotros
la gracia del Señor, nuestro Dios;
y afiance la obra de nuestras manos. R/.

 


Segunda lectura: Hebreos 4, 12-13

Lectura de la carta a los Hebreos
La palabra de Dios es fuente de vida y de eficacia; es más cortante que espada de dos filos y penetra hasta dividir lo que el ser humano tiene de más íntimo, hasta llegar a lo más profundo de su ser, poniendo al descubierto los más secretos pensamientos e intenciones. Ninguna criatura se le oculta a Dios; todo está desnudo y descubierto a los ojos de aquel ante quien debemos rendir cuentas.

 


Evangelio: Marcos 10, 17-30

En aquel tiempo, iba Jesús de camino, cuando vino uno corriendo, se arrodilló delante de él y le preguntó:
—Maestro bueno, ¿qué he de hacer para alcanzar la vida eterna?
Jesús le dijo:
—¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino solamente Dios. Ya sabes los mandamientos: No mates, no cometas adulterio, no robes, no des falso testimonio, no engañes a nadie; honra a tu padre y a tu madre.
El joven respondió:
—Maestro, todo eso lo he guardado desde mi adolescencia.
Jesús entonces, mirándolo con afecto, le dijo:
—Una cosa te falta: Ve, vende cuanto posees y reparte el producto entre los pobres. Así te harás un tesoro en el cielo. Luego vuelve y sígueme.
Al oír esto, se sintió contrariado y se marchó entristecido, porque era muy rico. Entonces Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos:
—¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!
Los discípulos se quedaron asombrados al oír estas palabras. Pero Jesús repitió:

—Hijos míos, ¡qué difícil va a ser entrar en el reino de Dios! Es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja que para un rico entrar en el reino de Dios.
Con esto, los discípulos quedaron todavía más sorprendidos, y se preguntaban unos a otros:
—En ese caso, ¿quién podrá salvarse?
Jesús los miró y les dijo:
—Para los hombres es imposible, pero no lo es para Dios, porque para Dios todo es posible.
Pedro le dijo entonces:
—Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo para seguirte.
Jesús le respondió:
—Les aseguro que no hay nadie que haya dejado casa, hermanos, hermanas, madre, padre, hijos o tierras por causa mía y de la buena noticia, y no reciba en este mundo cien veces más en casas, hermanos, madres, hijos y tierras, aunque todo ello sea con persecuciones, y en el mundo venidero la vida eterna.

 


Reflexión:

Aun hombre con una pregunta existencial por lo fundamental, Jesús, mirándole con cariño, le invita a “ir más allá” del cumplimiento: le invita a su seguimiento, un seguimiento enriquecedor, pero también retador. La propuesta alternativa de Jesús implica tres momentos: desprendimiento, caridad y seguimiento. La “retirada” de aquel hombre es elocuente. Jesús advierte del peligro de los que confían en las riquezas, pero tampoco lo absolutiza: Dios lo puede todo (cf Lc 19, 1-10). En la respuesta a Pedro, Jesús asegura que el seguimiento exige el desprendimiento y que el desprendimiento y seguimiento cristiano es enriquecedor: abre al hombre a una familia más amplia: la iglesia, y le incorpora en esperanza a la vida eterna. El inciso “junto con persecuciones” matiza la interpretación materialista o ingenua de la promesa.
 


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