Viernes 27º Semana Ordinario 3º de salterio

San Juan XXIII, Santa Soledad Torres Acosta

Primera lectura: Gálatas 3, 7-14

Los que viven de la fe son bendecidos por Abrahán el fiel.
 


Salmo: 110, 1-2. 3-4. 5-6

..R/. El Señor recuerda eternamente su alianza.

 


Evangelio: Lucas 11, 15-26

En aquel tiempo, habiendo echado Jesús un demonio, algunos de entre la multitud dijeron:
—Belzebú, el propio jefe de los demonios, le da a este el poder para expulsarlos.
Otros, para tenderle una trampa, le pedían que hiciera alguna señal milagrosa de parte de Dios. Pero Jesús, que conocía sus intenciones, les dijo:
—Si una nación se divide en bandos, se destruye a sí misma y sus casas se derrumban. Por tanto, si Satanás actúa contra sí mismo, ¿cómo podrá mantener su poder? Pues eso es lo que ustedes dicen: que yo expulso los demonios por el poder de Belzebú. Pero si Belzebú me da a mí el poder para expulsar demonios, ¿quién se lo da a los propios seguidores de ustedes? ¡Ellos mismos serán los jueces de ustedes! Ahora bien, si yo expulso los demonios por el poder de Dios, es que el reino de Dios ya les ha llegado a ustedes.
Cuando un hombre fuerte y bien armado guarda su mansión, su propiedad está segura; pero si otro más fuerte que él llega y lo vence, entonces le quita las armas en las que confiaba y reparte como botín todos sus bienes.
El que no está a favor mío, está contra mí; el que conmigo no recoge, desparrama.
Cuando un espíritu impuro sale de una persona y anda errante por lugares desiertos en busca de descanso y no lo encuentra, se dice a sí mismo: «Regresaré a mi casa, de donde salí». 
Y si, al llegar, la encuentra barrida y arreglada, va, reúne a otros siete espíritus peores que él y todos juntos se meten a vivir allí, de manera que la situación de esa persona resulta peor al final que al principio.
 


Reflexión:

No hay peor ciego que el que no quiere ver. Al no poder negar la evidencia, los adversarios de Jesús impugnan el origen de su po der: actúa movido por Belcebú. Es el “pecado contra el Espíritu”: - identificar el Espíritu de Jesús, el espíritu del Bien, con el espíritu del Mal. Jesús vino a “evangelizar” la vida, a sanar al hombre, a exorcizarla de los “malos espíritus”. No es infrecuente la tergiversación de la realidad para no aceptarla. Jesús advierte que en él es Dios quien actúa. Y advierte que ante él hay que posicionarse sin ambigüedades. No es posible compatibilizar ni confundir los “espíritus”. Hay que vivir vigilantes, porque el “enemigo”, camuflado de formas muy sutiles puede filtrarse en nuestra vida, “camuflado como león rugiente buscando a quien devorar” (1 P 5,8). Hay que tener mucho cuidado con las “recaídas” porque, dice Jesús, son muy peligrosas.
 


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